Un grupo de jóvenes argentinos, frustrados por las disfuncionalidades del sistema de partidos políticos tradicional, decidió organizarse alrededor de una plataforma ciudadana que busca re-conectar los ciudadanos con la política. Con esa intención, desarrollaron un App que permite a cualquier persona, desde su celular, expresar su opinión sobre cuestiones de política: votos, legislación, etc. Aunque sus intentos por participar como partido político a la asamblea de la Ciudad de Buenos Aires no dieron resultado, sus integrantes siguen adelante en su esfuerzo por acercar la política a la ciudadanía.
Vean el clip:
La idea es interesante porque el diagnóstico es correcto: hay que oxigenar la democracia representativa en nuestros países. Que un partido ofrezca como plataforma política que sus representantes votarán en el sentido que la mayoría se exprese por medio de las consultas en las redes sociales es innovador: el partido como vehículo de la mayoría virtual. ¡El fin de la mediación de los partidos políticos, sus intereses y sus ideologías! Atractivo hasta que se consideran posibles resultados de una estrategia de esta naturaleza. ¿A qué me refiero?
Vean: el clip me llegó el mismo día que un informe del Programa de Opinión Pública –POP- de la Universidad Rafael Landívar con el estudio sobre las opiniones de los guatemaltecos en torno a cuestiones de delincuencia y seguridad. Aquí lo tienen.
Cuando uno combina ambas informaciones, los posibles resultados negativos de una idea que a primera vista pareciera buena se hacen evidentes: un partido que ofrezca simplemente ser conducto de la voluntad de la mayoría expresada en un App lanzado a las redes sociales en Guatemala tendría, por ejemplo, que promover el uso de estrategias de ‘limpieza social’ para enfrentar el problema de la delincuencia. Legalizar la ejecución extrajudicial, en otras palabras. No me parece que esto sería un gran avance. Tampoco es muy novedoso. De hecho, el informe del POP indica la tendencia de los partidos políticos a proponer medidas de fuerza precisamente porque saben que eso es lo que la mayoría desea: populismo legal, le llaman.
Un ejemplo: los expertos en temas de seguridad saben que la solución al problema de la inseguridad y la violencia está lejos de ser la aplicación de medidas de fuerza y represión. La violencia engendra violencia. Las políticas de mano dura y súper mano dura en El Salvador no sólo no contuvieron la violencia generada por las maras: lo empeoraron. Los datos sobre la progresión de la violencia, en este caso, son evidentes; pero políticos continuaron impulsando esas políticas a pesar de su fracaso porque eran populares.
Volviendo a Guatemala: la consulta a la ciudadanía es parte de la solución, pero no toda la solución. Lo que necesitamos entonces es mayorías informadas. El desarrollo de una ciudadanía activa e involucrada en la vida política requiere un debate público informado. Una opinión equivocada, basada en fundamentos erróneos e información incorrecta no va a dejar de estar equivocada sólo porque la apoye una mayoría. A menos que estemos dispuestos a vivir en un país donde la limpieza social es práctica aceptada.
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