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El modelo carcelario que Degenhart abandonó (y que pudo resolver varios problemas en los penales)

Hacinamiento, ocio, sobrepoblación y libertad para cometer delitos. La situación en las prisiones dejó de ser prioridad en el actual Ministerio de Gobernación. La analista Corinne Dedik recuerda un modelo que pudo resolver algunos problemas que tienen efecto en la seguridad nacional.

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Centro de Detención Preventiva para Hombres de la zona 18.

Foto: Carlos Sebastián

El 19 de enero la Policía participó en una requisa en la cárcel de Cantel, en Quetzaltenango, que confirmó que aún encerrados, los privados de libertad tienen posibilidad de seguir cometiendo delitos como la extorsión. También puso en evidencia que el abandono al Sistema Penitenciario en el actual Ministerio de Gobernación tiene un alto costo para la seguridad ciudadana.

Aparte de ilícitos como marihuana y cocaína los reos escondían celulares, chips y papeles con números de teléfono de sus víctimas, todos pilotos de buses extraurbanos, a quienes cada mes les pedían dinero a cambio de no matarlos. Para los transportistas era una cuestión de vida o muerte; para el ministro Degenhart, reformar el Sistema Penitenciario no es una prioridad.

Durante años al Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) le ha llamado la atención el creciente hacinamiento y la falta de control en los 21 centros penales de Guatemala.

—El sistema penitenciario en Guatemala tiene muchísimas carencias y muchos retos que afectan directamente la seguridad de todos—, explica Corinne Dedik, analista del CIEN.

—El hacinamiento y la sobrepoblación es lo que más urge tratar. En diez años la población reclusa aumentó 190%. Eso significa que la institución debe atender tres veces más de personas que realmente tiene la capacidad. Hay casi cuatro personas por cada espacio disponible. Y esto es el promedio nada más, porque varía en los diferentes centros.

Descontrol

Entre 2008 y 2018 el hacinamiento en las cárceles ha salido de control. El sistema penitenciario tiene capacidad para 6 mil 800 personas. Pero a la fecha, hay 24 mil 420 personas las están privadas de libertad. Una sobrepoblación de 350%.

 

Fuente: CIEN, con información de la Dirección General del Sistema Penitenciario.

Fuente: CIEN, con información de la Dirección General del Sistema Penitenciario.

La cárcel que en la actualidad presenta la mayor sobrepoblación es el centro de Detención Preventiva para Hombres El Boquerón ubicado en Cuilapa, Santa Rosa. En esta prisión, el hacinamiento es de 700%. Es decir, en un espacio para una persona, tienen que coexistir siete personas.

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En teoría las cárceles cumplen con la recomendaciones internacionales de no superar 500 espacios y de no hacinar a los privados de libertad. Pero en realidad solo dos cárceles se quedan dentro de la capacidad establecida: Matamoros —por su infraestructura pequeña— y Fraijanes I, dado que está administrado bajo el Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria que no permite el hacinamiento, para manejar el tema de rehabilitación, control y orden adentro.

Desde 2017 existe el modelo nuevo —desarrollado, presupuestado y aprobado— y que fue elaborado justamente para resolver el problema de desorden y hacinamiento en los centros penales del país.

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El modelo abandonado

En 2016, el entonces ministro de Gobernación, Francisco Rivas, con apoyo del CIEN y de la Embajada de Estados Unidos, desarrolló un nuevo modelo penitenciario inspirado en República Dominicana.

El Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria es una réplica de una reforma que fue implementada en República Dominicana en 2004 y que hoy funciona en 22 de los 35 centros de ese país. El objetivo es erradicar el hacinamiento y establecer condiciones no solo más humanas —en infraestructura y en atención—, también que los centros estén mejor controlados por las autoridades. Se enfoca en la rehabilitación a través de la educación y una filosofía de cero ocio.

El 6 de marzo 2017, después de un año de preparaciones, reclutamiento y capacitación del personal y el traslado de 150 mujeres privadas de libertad se inauguró el primer centro bajo este nuevo modelo en Fraijanes I que anteriormente fue una cárcel de máxima seguridad para hombres.

Un pilar principal en el nuevo modelo era mantener un horario de actividades obligatorias que no deja tiempo de ocio. En Fraijanes I las privadas de libertad comienzan sus días desde las 6 de la mañana. Contrario a otras cárceles, no reciben la comida preparada, sino ellas se encargan de la preparación de los tres tiempos de comida para toda la población. Son las responsables de un huerto donde cultivan sus propios vegetales, mientras el Sistema Penitenciario provee el resto de los insumos alimenticios. El INTECAP ofrece diferentes capacitaciones que puedan servir como actividad económica para cuando las mujeres recuperen su libertad. Por ejemplo panadería, repostería, hidrocultura, belleza y corte y confección.

 

Corinne Dedik, investigadora del CIEN.

Corinne Dedik, investigadora del CIEN.

—El modelo se enfoca en volver a las mujeres productivas. Realmente es un centro que funciona de manera muy ordenada, muy limpio, donde la institución tiene el control. Se pone mucho énfasis en el tema de la rehabilitación a través de la educación y la capacitación—, explica la analista Dedik.

Según lo planificado, la primera fase de la implementación se enfocaba en las mujeres —quienes que representan 11% de toda la población carcelaria—, después iba a continuar con los hombres.

—La idea era transformar poco a poco los centros carcelarios existentes para que pasen al nuevo modelo. Fraijanes I es el primer centro donde se logró poner en funcionamiento este nuevo modelo. Obtuvimos los permisos para poner en marcha también el segundo centro planificado en Villa Nueva. Con estos dos se hubiera logrado eliminar el hacinamiento en el Centro de Orientación Femenina y así implementar el modelo en los tres centros. Todo el grupo de mujeres condenadas hubiera estado ya bajo este modelo de rehabilitación.

La analista dice que la segunda fase —con los hombres— hubiera sido más complicada por el nivel de hacinamiento. Por eso estaba previsto que estuviera disponible la construcción o la adquisición de nueva infraestructura adicional, para deshacinar y ordenar la población por perfiles en esos centros.

Sin embargo, con la llegada de Enrique Degenhart al Ministerio de Gobernación, el 26 de enero 2018, la implementación del modelo se estancó. Un problema recurrente en la política guatemalteca, opina la experta Dedik.

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—Es el problema que vemos aquí en Guatemala una y otra vez. Llegan nuevas autoridades y se paran los proyectos. Todo el esfuerzo que se ha realizado, porque cuesta mucho arrancar con este tipo de proyectos, luego queda en vano, porque no se les da seguimiento. Esto fue un proyecto grande, se hizo la planificación, se hicieron ajustes administrativos y financieros para garantizar la continuidad, se invirtió en capacitación y reclutamiento del personal y ahí quedó.

El Sistema Penitenciario mantiene el funcionamiento del centro Fraijanes I bajo el nuevo modelo, sin embargo, ningún otro penal ha pasado al nuevo sistema ni se han construido nuevos centros.

Entretanto, el ministro Degenhart se ha enfocado en el cambio estratégico de puestos clave en la cúpula de la Policía Nacional Civil, que a diario intenta justificar con la cantidad de capturas. Pero perdió atención el Sistema Penitenciario.

—Es lamentable que la crisis penitenciaria no sea una prioridad para las autoridades de gobierno—, comenta el exministro Francisco Rivas (2016-2018). Resalta que los problemas en las cárceles de Guatemala no son nuevos y que las ventajas de la reforma serían para todos los guatemaltecos.

—La política de reforma al sistema penitenciario y su implementación por medio de un nuevo modelo de gestión responde a una necesidad de Estado que beneficia a la sociedad guatemalteca que es víctima de los crímenes que se ordenan desde las cárceles y dignifica a los privados de libertad que están recluidos en condiciones inhumanas. Su falta de continuidad nos condena al abandono que por más de 30 años ha tenido el Sistema Penitenciario—, añade Rivas.

 

Situación carcelaria. Vista en el interior del Preventivo de la zona 18.

Situación carcelaria. Vista en el interior del Preventivo de la zona 18.

¿Por qué debería de preocuparnos a todos las condiciones en las cárceles?

Cada requisa repite el mismo patrón: entre las colchonetas, las láminas y las bolsas de ropa los policías y los guardias penitenciarios hallan armas de fuego, armas blancas, drogas, licor, routers, celulares y listados con números de teléfono. Para Corinne Dedik es la evidencia más clara que el modelo actual no funciona. La analista explica que los delitos que se cometen desde adentro de las cárceles se relacionan a dos fenómenos: la falta de control por el hacinamiento y la falta de proyectos de rehabilitación.

—Todo esto obstaculiza la rehabilitación y no debería de ocurrir. Uno de los propósitos es evitar que sigan delinquiendo. Es un tema muy importante, mientras tenemos cárceles descontroladas algunos van a seguir delinquiendo con total libertad y habrá extorsiones, secuestros y asesinatos que se planifican y ordenan desde adentro. Especialmente el tema de las extorsiones afecta a toda la sociedad, porque nosotros somos las víctimas.

Está también la falta de proyectos de rehabilitación para los privados de libertad. Algunos de los reclusos que tienen recursos económicos establecen micronegocios adentro de las cárceles como una actividad productiva. Existen oenegés que realizan pequeños proyectos enfocados a la rehabilitación o reinserción en los centros penales. Pero dependen de sus propios fondos y el permiso del Sistema Penitenciario para entrar. La participación es voluntaria y la capacidad de los proyectos no alcanza para toda la población carcelaria.

Se deja a cada privado de libertad la responsabilidad de su rehabilitación, dice Dedik.

—Cada privado de libertad prácticamente mira por su propia cuenta si él quiere engancharse en una actividad productiva, pero no hay algo obligatorio, impulsado por la misma institución. Para cambiar esto y recuperar el control hay que ordenar los reos por perfiles y lanzar proyectos serios de rehabilitación.

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El costo de la reincidencia

Los resultados del nuevo modelo de gestión penitenciaria en República Dominicana ha presentado resultados sorprendentes. Después de los primeros diez años de implementación sólo 5% de la población que recuperó la libertad de un centro bajo el nuevo modelo reinciden. En los centros que mantienen el modelo 'tradicional' el índice de reincidencia subía hasta 50%.

Pero en Guatemala la estadística de reincidencia es aún peor. Según los registros del Sistema Penitenciario 7 de cada 10 reinciden. Otra evidencia clara de que el modelo actual no funciona.

Es un dato clave que resalta la necesidad de la reforma en el Sistema Penitenciaria, según la analista Dedik.

Incluso desde una perspectiva económica, vale más la rehabilitación que la reincidencia.

 

Fuente: CIEN, con información de la Dirección General del Sistema Penitenciario.

Fuente: CIEN, con información de la Dirección General del Sistema Penitenciario.

En la actualidad, a la sociedad le cuesta Q55 cada privado de libertad para cubrir todo el funcionamiento de la cárcel, como el mantenimiento, el personal, la seguridad, la electricidad, la comida y las instalaciones internas.

—Con una tasa de reincidencia tan alto, algo está mal. Y siempre vuelve a generar un gasto para la sociedad. Hay que estar conscientes de que si uno quiere rehabilitación y condiciones dignas, con Q55 no se invierte lo que se debería. Realmente es un monto insuficiente—, dice Dedik.

Aunque el nuevo modelo implica un gasto mayor en personal, rehabilitación e inversión en infraestructura, Dedik asegura que continuar con el modelo tradicional a largo plazo es más caro para la sociedad.

—Hay que tomar en cuenta que la mayoría de los privados de libertad en algún momento vuelven a salir de la cárcel. Es mejor que salgan rehabilitados a que salgan como delincuentes de nuevo, porque eso implica un costo otra vez para el Estado cuando vuelven a pasar por todo el sistema judicial, prisión preventiva, etcétera. Eso también eleva los niveles de inseguridad y delincuencia. Además ya han estado en la cárcel, solo para que salgan y sigan delinquiendo. No es eficiente este tipo de sistema.

 

Corinne Dedik, investigadora del CIEN.

Corinne Dedik, investigadora del CIEN.

¿Es rescatable el nuevo modelo?

—Es bien importante que la gente comience a entender que la situación de las cárceles sí afecta la delincuencia y nuestra seguridad afuera—, subraya Dedik y argumenta con los datos que hablan por sí mismo.

Un aumento de casi 200% de la población carcelaria en diez años y sigue creciendo mientras el problema de los penales no se resuelve.

A pesar de tener altos índices de delincuencia, Guatemala tiene una de las tasas más bajas de privados de libertad por habitantes de todos los países latinoamericanos. Actualmente, hay 145 personas privadas de libertad por cada 100 mil habitantes, mientras El Salvador la tasa llega a 614.

—Tenemos pocos presos en relación a la cantidad de habitantes y es un dato que llama la atención si tomamos en cuenta los niveles de violencia. Así ha sido desde hace años. Definitivamente vemos que hay un problema, porque tenemos mucha delincuencia, pocos presos y mucha impunidad, y aún así las instalaciones penitenciarios totalmente sobrepasadas—, dice la analista Dedik

Otro cambio significativo que se ve reflejado en los números más recientes del Sistema Penitenciario es el crecimiento proporcional entre hombres y mujeres está cambiando.

Según los datos del Sistema Penitenciario, en 2010, el 7% del total de privados de libertad eran mujeres. Hoy representa 11%. Esto es llamativo, dice Dedik.

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—Siempre es una minoría, pero el porcentaje es marcadamente más alto que el promedio latinoamericano. Usualmente el porcentaje de mujeres suele rondar entre 5 y 7% y aquí ahora tenemos 11%. Hay que ponerle mayor atención. También a los delitos.

El 30% de las mujeres está por condenas de extorsión y 20% por asociación ilícita, mientras ningún otro delito sobrepasa los 6%.

Entre los hombres privados de libertad, ningún delito sobrepasa los 10% y el más común es asesinato con 9.2%. Extorsión está hasta el cuarto lugar con 8.2% de los hombres. Contrario a la impresión general, el registro de privados de libertad de pandilleros constituye solo 5%.

 

Fuente: CIEN, con información de la Dirección General del Sistema Penitenciario.

Fuente: CIEN, con información de la Dirección General del Sistema Penitenciario.

—Respecto a las mujeres es muy claro que muchas de ellas están ligadas de alguna forma a bandas de extorsionistas. Muchas de las capturas son contra quienes tienen rango bajo, es decir, las que prestan las cuentas bancarias o quienes realizan los cobros, y como para eso se usan muchos mujeres, eso se refleja ahora en las estadísticas. Es muy marcado—, comenta la experta.

Aún no existen datos de Fraijanes I que puedan comprobar que los dos años del modelo haya sido un éxito. Falta organizar un sistema para monitorear y medir y hay que esperar que las privadas de libertad cumplan sus condenas.

Pero Corinne Dedik insiste: el CIEN sigue creyendo en el nuevo modelo. Resalta que los datos reflejan el constante cambio en la población carcelaria y un sistema ineficiente que no se adapta.

—Realmente es importante y necesario por el bien del país y la seguridad de todos los guatemaltecos que se retome este proyecto, porque no podemos seguir con un sistema penitenciario tan disfuncional como el que tenemos en la actualidad. Obviamente, no se puede transformar todo en cuestión de dos años. Pero requiere que las autoridades primero tengan esa visión de un proyecto de reforma a largo plazo, y que exista la madurez de seguir un proyecto que uno como funcionario no comenzó, sin querer cambiar todo cuando se llega a asumir un cargo.


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