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El Hermano Juan y el Apóstol Noé: un narco y su mano derecha

Noé Mazariegos, un líder evangélico y fundador de una red de iglesias, erigió un enorme templo en Malacatán, San Marcos. Al igual que otros pastores de la región, fue financiado y protegido por el narcotraficante ‘Chamalé’. Aunque Mazariegos fue más allá. Se hizo integrante de una las organizaciones de narcotráfico más poderosas de la costa del Pacífico.

Entender la política Dinero y Fe P258

Chamalé al momento de su extradición.

En Malacatán, una pequeña ciudad de la costa del Pacífico de Guatemala, próxima a la frontera con México, hay un monumental templo pintado de blanco, con columnas de 15 metros que sostienen una sucesión de arcos sobre los que descansa una cúpula.

A un lado  se ve una plantación de árboles de caucho, y del otro, calles polvorientas, casas sencillas de block de un nivel, algunos talleres de carros y tiendas de productos básicos empapeladas con publicidad de refrescos y recargas telefónicas.

Visto desde el cielo, el templo parece una gran hogaza de pan, oscura, entre el verde tropical y los tejados de cinc de las casas costeras.

El exterior del edificio está terminado, pero al entrar da la sensación de que la obra quedó suspendida.

Las paredes son de concreto desnudo, las ventanas no tienen vidrios.

A los patrocinadores de este gran templo no les alcanzó el tiempo para acabarlo. Terminaron muertos o presos. En un lugar sin muchas opciones más que trabajar en plantaciones de banano o palma, migrar a Estados Unidos o contrabandear productos mexicanos, ellos encontraron una actividad más lucrativa: traficar cocaína.

El templo es la sede de la iglesia evangélica Ministerios Torre Forte y fue erigido por el pastor Noé Mazariegos, conocido como el Apóstol Mazariegos. El pastor construyó este edificio mientras integraba una de las mayores organizaciones dedicadas al narcotráfico que han existido en la costa del Pacífico.

Mazariegos era pastor, pero también fue cercano a Juan Ortiz, alias Chamalé, un narcotraficante extraditado a Estados Unidos, que además de exportar cocaína también era un ferviente cristiano.

El gran templo a medio terminar queda como testigo de la época en la que ambos eran dos de las personas más poderosas de la región.

 

El templo principal de Torre Fuerte, en San Isidro, Malacatán es una de los principales templos evangélicos de San Marcos. Su pastor fue miembro de la organización de narcotrafico liderada por Chamalé. Fuente: Facebook Ministerios Torre Fuerte.

El ‘Apóstol’

Ministerios Torre Fuerte fue fundada en 1998 por un pastor llamado Noé Mazariegos, popularmente conocido como el “Apóstol Mazariegos”.

Un miembro de la sociedad civil de Malacatán que pidió no ser identificado por temor, explicó que Mazariegos comenzó como pastor  de la Misión Cristiana Elim, una de las iglesias pioneras del movimiento pentecostal en Guatemala.

Los pentecostales y sus ramificaciones: los neopentecostales o cristianianos carismáticos son la tradición evangélica más arraigada en ese país.

Toman su nombre de la fiesta cristiana de Pentecostés, el día en el que el Espíritu Santo se manifestó directamente a los seguidores de Jesús, luego de que fuera crucificado. Aunque sus ideas han ido cambiando y difieren según el tipo de iglesia, a grandes rasgos, los pentecostales creen en la presencia constante del Espíritu Santo y en su poder para sanar, obrar milagros o hacer a los fieles hablar lenguas muertas.

Exigen a sus fieles una transformación total de su vida y una conducta apegada a las tradiciones del Antiguo Testamento, como otorgar el diezmo.

Creen en un cristianismo similar al practicado al comienzo de la era cristiana por los apóstoles de Jesús y, por eso, algunos de los pastores pentecostales actuales también se llaman a sí mismo apóstoles.

Noé Mazariegos era uno de ellos. Y tras dejar Elim, formó su propia iglesia pentecostal: Ministerios Torre Fuerte, una referencia al libro bíblico de Proverbios: “Torre Fuerte es el nombre de Jehová, a él correrá el justo y será levantado”.

Pronto, Mazariegos llegó a ser un predicador muy conocido de la región. Creó una radio para difundir su palabra, comenzó la construcción de su gran templo en San Isidro y fundó otras 18 iglesias filiales. Estas están situadas a ambos lados de la frontera, en el departamento guatemalteco de San Marcos y en el vecino estado mexicano de Chiapas, según información publicada por la iglesia.

“Él tenía la visión de crear un gran templo, quería reproducir acá los megatemplos de la capital; ser un Cash Luna o un Jorge H. López (dos pastores pentecostales célebres con auditorios de para miles de personas) ”, dijo el activista de Malacatán. 

 

Un culto en Ministerios Torre Fuerte en 2016. El gran templo quedó a medio terminar, al fundador de la iglesia no le alcanzó el tiempo para completarlo. Fuente: Facebook Ministerios Torre Fuerte.

El “Apóstol Mazariegos” sin duda avanzó en este objetivo. Pero es poco probable que hubiese llegado tan lejos como Cash Luna o Jorge H. López. Y no solo porque sus fieles eran en su mayoría personas humildes. La carrera de Mazariegos estaba condenada a terminar de manera prematura por dos motivos.

Primero, porque una mañana de mayo de 2013 Mazariegos fue asesinado.

Y segundo, porque de no haber muerto habría sido detenido un mes después por asesinato y hoy estaría preso.

El crecimiento de Ministerios Torre Fuerte no se debió solo a la habilidad como predicador del ‘Apóstol’. También al dinero del narcotráfico.

Al momento de su muerte, Mazariegos era investigado por el Ministerio Público, según documentos oficiales consultados para esta investigación. La fiscalía sospechaba que desde hacia años era parte de la mayor organización dedicada a traficar cocaína en  todo el Pacífico de Guatemala.  Los fiscales, de hecho, intervenían desde hacía tiempo sus comunicaciones.

Los fiscales habían escuchado al pastor hablando en múltiples ocasiones con un jefe policial de Malacatán. Mazariegos le preguntaba por posibles operativos y capturas. A los sobornos que entregaba al policía les llamaba “almuerzos”, según las transcripciones de las escuchas que realizaban.

En una ocasión el pastor supo que habían sido capturados unos integrantes del cártel mexicano de Los Zetas, que en ese momento disputaban poder a su grupo, y le comentó al policía que era “necesario apretarlos para que indiquen quién los patrocina”.

En otra ocasión, le escucharon tener una extraña conversación en clave con su hermana, Priscila Mazariegos, quien también figura en el acta de constitución de la iglesia como fundadora de Ministerios Torre Fuerte.

Los fiscales entenderían después que el pastor estaba ordenando la muerte del esposo de Priscila, un hombre llamado Herman Paredes, alias Pashusha, también implicado en el tráfico de drogas.

En el atentado, ocurrido en agosto de 2010, en una farmacia de Malacatán, murió Pashusha y un acompañante, Carlos Oliverio Ovalle, alias El Cuto.

“Si el viejito estuviera ahí, es lo mismo”, le había dicho el “Apóstol Mazariegos” a uno de los sicarios, refiriéndose a que no importaba si El Cuto también moría en el ataque.

La Fiscalía estaba a punto de detener al pastor por estas dos muertes cuando él fue asesinado, en 2013.

Sicarios en motocicleta le dispararon a la entrada de su casa. El crimen no ha sido resuelto y ni siquiera fue reportado por los medios de comunicación. Un periodista que pidió no ser identificada le contó a esta alianza periodística que él estuvo en la escena del crimen, pero personas cercanas a Mazariegos le advirtieron que no debía informar del hecho.

La hermana del pastor Mazariegos, Priscila, fue capturada un mes después por las muertes de su marido y El Cuto, junto con otros miembros de la estructura

 

El apóstol Mazariegos y su hermana Priscila, también fundadora de Torre Fuerte, fueron acusados de asesinato y de integrar la estructura del hermano de El R, hemano de Chamalé. Fuente: Prensa Libre.

Al momento de su asesinato, la Fiscalía consideraba al pastor como un “mando medio operativo, encargado de seguridad”, según informe de 2013 que consta en el expediente judicial del caso contra su hermana.

En el mismo reporte se afirma que el pastor Mazariegos fue parte de la organización de Juan Alberto Ortiz López, alias Chamalé, y después de la de su hermano, Ronny Ortiz, alias El R. 

“Hermano Juan”

Que el pastor eligiera integrar el grupo de Chamalé no es casualidad.

La historia de Ministerios Torre Fuerte, en realidad, no podría entenderse sin él.

Chamalé dominó durante dos décadas el narcotráfico en Malacatán y en casi toda la costa Pacífica del país. Fue uno de los mayores capos de Guatemala hasta su captura en 2011 y posterior extradición a Estados Unidos.

De su vida se saben algunos datos sueltos. Nació en una familia pobre y solo estudió hasta tercero de primaria. Con 20 años, a principios de la década de 1990, migró ilegalmente a Los Ángeles, California, donde trabajó unos dos años colocando placas de tablayeso, según él mismo le contó a la corte de Florida que lo juzgó.

Quizá su vida hubiera sido distinta si hubiese podido permanecer en Estados Unidos trabajando. Pero al tratar de regularizar su situación migratoria, le fue negada la residencia legal.

Entonces, decidió volver a Guatemala. Y al igual que Otto Herrera, otro prominente capo de esa generación que se involucró en el crimen organizado cuando las autoridades de Estados Unidos decidieron expulsarle por incumplir las leyes migratorias, Chamalé se hizo narcotraficante.

A mediados de la década de 1990, el negocio atravesaba grandes cambios. Después de años de usar las rutas del Caribe para mover su cocaína directamente hacia Estados Unidos, los traficantes colombianos, comenzaron a emplear la ruta centroamericana.

Entregaban la droga en Honduras o Guatemala, por barco o avión, y desde allí, con la ayuda de grupos locales, la vendían a los carteles mexicanos, los nuevos grandes jugadores del negocio.

El narcotráfico existía ya en Centroamérica, pero con este cambio los grupos guatemaltecos se tornaron vitales para el tránsito de la droga hacía el gran mercado en Estados Unidos. Esto los hizo millonarios y atrajo al negocio a muchos jóvenes ambiciosos.

Al volver a Guatemala, es posible que Chamalé se involucrara con algunas de las organizaciones, como la de los Sarceño, que durante los 90 manejaban el narcotráfico en el Pacífico.

Estos grupos utilizaban embarcaciones de pesca para salir frente a la costa guatemalteca, al encuentro de los barcos o lanchas rápidas que llegaban de Colombia.  Después descargaban la droga, la almacenaban y transportaban por tierra hasta lugares como Malacatán, desde donde podía atravesar con facilidad la frontera mexicana.

Con el tiempo, Chamalé se apoderó de esta ruta y se hizo indispensable para que los cargamentos de proveedores colombianos llegaran a México.

Comenzó siendo un transportista que cobraba comisiones a los colombianos. Cuando fue juzgado en Estados Unidos, él contó esta historia para quitarse importancia y presentarse solo como un subalterno.

Pero la fortuna que amasó sugiere que Chamalé subió más en el negocio y que, como hicieron todos los principales capos guatemaltecos, también vendió por su cuenta parte de los cargamentos que transportaba o invirtió en ellos comprando directamente en Colombia.

Agentes antinarcóticos de la DEA han explicado en diferentes juicios contra narcos guatemaltecos que es una práctica común que los grupos colombianos permitan invertir en la cocaína a sus transportistas centroamericanos, pues así se empeñan más en el éxito de las operaciones.

Joseph Ruddy, el fiscal que acusó a Chamalé en Florida, expuso en una audiencia que el narcotraficante trabajó directamente con Luis Caicedo Velandia, alias Don Lucho, un narcotraficante colombiano, capturado en Buenos Aires en 2010. Cortes estadounidenses acusaron a Don Lucho de ser comprador de la cocaína que le proveía Daniel, ‘El Loco’ Barrera, un criminal violento que durante casi dos décadas operó el negocio ilícito en el oriente colombiano, aliado de grupos armados ilegales en ese país.

William Coker, un agente de la Guardia Costera, explicó a la corte de Florida que juzgó a Chamalé, que él fue el mayor traficante de drogas de Guatemala entre 1998 y 2011. Coker dijo que Chamalé traficó al menos 144 mil toneladas de cocaína.

“Controlaba toda la zona de San Marcos. Y cualquier droga que atravesaba su territorio, si no era suya, él cobraba un impuesto por ella”, afirmó Coker.

Chamalé invirtió su fortuna principalmente comprando tierras: acumuló al menos 3,600 hectáreas de terreno, según un inventario realizado para esta investigación. Gran parte de estos terrenos están situados en áreas fronterizas con México.

Solo por dos grandes fincas, Chamalé pagó 100 millones de quetzales (unos 13 millones de dólares de la época), según consta en las escrituras de uno de los notarios que trabajaron para él.

En sus tierras, sembró caucho (o hule como se le dice allí) y crió ganado. Construyó una central hidroeléctrica y planificó poner en marcha otra; creó un servicio de televisión por cable y se hizo popular en Malacatán por su apoyo al equipo de fútbol local.

 

Entrada a la Finca Bet El en Malacatán, una de las principales propiedades de Chamalé. En 2019, el Ejército de Guatemala instaló allí un destacamento militar para vigilar la frontera con México. Fuente: Ministerio Público.

Se proclamaba también como ferviente cristiano evangélico. Y por eso, no es casualidad que su camino se cruzara con el del “Apóstol Mazariegos”.

Chamalé, de hecho, tenía otro alias: ‘Hermano Juan’. Así le llamaban los pastores a los que aportaba dinero o materiales de construcción para erigir nuevos templos. Así también era conocido entre los fieles de esas iglesias, que en ocasiones recibían bolsas de alimentos u otros regalos donadas por el ‘Hermano Juan’, según coincidieron vecinos consultados.

Apoyó especialmente a Torre Fuerte, la red de iglesias del “Apóstol Mazariegos”, que creció con rapidez y se extendió por San Marcos y Chiapas.

Mazariegos, además, “se convirtió en su mano derecha, su consejero para asuntos religiosos y de negocios”, dijo el activista de Malacatán. Muchos de los fieles de Torre Fuerte eran trabajadores de las fincas de Chamalé, y él, a veces, acudía a la iglesia, explicó el periodista local.

Por la intervención de sus teléfonos, en 2010, las autoridades averiguaron que Chamalé y el pastor Mazariegos se comunicaban constantemente. El entonces ministro de Gobernación Carlos Menocal dijo que en una ocasión les escucharon discutiendo la posibilidad de asesinar a alguien (algo que no ocurrió). El pastor estaba a favor y le recomendaba a Chamalé acercar la víctima “lo más posible a Dios”, recordó Menocal.

Pero la relación no era exclusiva. A través de Mazariegos, explicó el periodista local, Chamalé apoyaba a multitud de otros pastores de todo el departamento de San Marcos.

Cuando el narcotraficante fue procesado en Estados Unidos, testificó a su favor un pastor llamado Raúl Timoteo Méndez López, quien expuso que el ‘Hermano Juan’ (Chamalé) le había donado dinero para comprar el terreno donde erigió su templo, materiales para construirlo y dinero para comprar ropa elegante para vestirse cuando predicara.

“Estuve buscando ayuda para construir un templo y él me ayudó.  Y no fue solo a mi, fue a varios de nosotros, a los que nos entregaba contribuciones. (...) Creo y estoy convencido de ello como ministro de Dios, que él es un hombre que Dios elevó para servir a su gente”, juró Méndez López en una audiencia celebrada en julio de 2015.

La religión fue útil para Chamalé. Según coincidieron el periodista y el activista de la región, era habitual que el narcotraficante participara en eventos cristianos en las que se relacionaba con alcaldes, políticos y funcionarios de la región que también se presentaban como fervientes evangélicos.

Un asesor de una campaña a la presidencia en las elecciones de 2007 que pidió no ser identificado aseguró que su candidato fue invitado -y acudió- a un evento religioso en Tapachula, México, organizado por Chamalé.

Su apoyo a iglesias y el respaldo que obtuvo de pastores también le hicieron muy popular.

Chamalé era temido, y en Malacatán todos sabían que había ordenado la muerte no sólo de personas involucradas en el tráfico de drogas, sino también líderes sociales respetados como Víctor Gálvez, quien lideró protestas contra los cortes de electricidad frecuentes en la región. Gálvez fue asesinado en octubre de 2009 y varios de los guardaespaldas de Chamalé fueron procesados por este crimen.

Pero además de temido también se había hecho querer, sobre todo, por los fieles de las iglesias que apoyó. Eso le diferenciaba de otros narcotraficantes de la región.

Un cantante de corridos cristianos, Óscar Ovidio, “El Águila de Guatemala”, le dedicó una canción que solía interpretar en iglesias. En ella, Ovidio relata un atentado que Chamalé sufrió en una ocasión camino de Coatepeque y asegura que fue salvado por sus tres guardaespaldas: “Dios padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo”.

 

Tras la captura de Chamalé, sus aliados organizaron una manifestación a su favor a la que acudieron cientos de sus trabajadores y fieles de las iglesias que financió.

En un video disponible en Youtube, una vecina llamada Silvia Zamora aseguró: “Agarraron al hermano Juanito. Él es un gran hombre, no ofende a  nadie, al contrario ayuda a los pobres. Yo le pido a mi Dios que lo saquen. Y sé que él va a salir por fé, porque la oración del justo puede mucho, dice la palabra del Señor. El sábado lo vi por última vez. Él era una gran persona, yo estuve en la iglesia donde él persevera”.

Cuando fue juzgado en Estados Unidos, Chamalé presentó 25 cartas de personas destacadas de San Marcos que daban fe de su generosidad. Aunque estas cartas no constan en el expediente judicial y no pudieron ser consultadas, en el proceso hay varias referencias a ellas. Fueron escritas por alcaldes, directores de escuelas o hospitales y, por supuesto, pastores.

Su apoyo social era tal que, una vez que Estados Unidos reclamó su extradición en febrero de 2011, las autoridades no se plantearon capturarlo en Malacatán o San Marcos. Sabían que sería imposible, recordó el exministro Menocal.

Para entonces, Chamalé estaba distanciándose del tráfico activo y otorgando cada vez más poder a su hermano Ronny, El R. “Vivía como un millonario, casi retirado”, explicó Francisco Rivas, un fiscal que más tarde ocupó el cargo de ministro de Gobernación.

Aun así, Chamalé cuidaba mucho sus movimientos, se rodeaba de tres anillos de seguridad y solía viajar con una caravana de varios vehículos.

En el pasado, capturarlo hubiera sido complicado. Hasta ese momento, pocos narcos guatemaltecos habían sido entregados a la justicia estadounidense, y los que sí fueron extraditados habían sido detenidos por las autoridades de otros países, como Byron Berganza, Otto Herrera o Jorge Mario “El Gordo” Paredes.

Pero para 2011, dos cosas fundamentales habían cambiado. Tras enfocarse durante años en interceptar cargamentos de droga, la política antinarcóticos de Estados Unidos en Guatemala priorizaba ahora la captura de los líderes del narcotráfico.

Además, gracias a las reformas promovidas por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), una entidad de Naciones Unidas, la fiscalía contaba ahora con una unidad dedicada a intervenir llamadas telefónicas.

Fue, precisamente, al escuchar los teléfonos de Chamalé, que las autoridades encontraron cuál era su punto débil: la visitas que realizaba a sus amantes.

 

Chamalé, con su pasaporte en la mano, en las instalaciones de la Fuerza Área, poco antes de ser extraditado a Estados Unidos, donde en la actualidad cumple condena. Fuente: Nómada.

El fiscal que lo acusó en Estados Unidos, Joseph Ruddy, aseguró en una audiencia que Chamalé tenía 28 hijos.

El activista de Malacatán recordó que, en una entrevista que el traficante concedió a uno de sus canales de cable, se comparó con Abraham, el personaje del Antiguo Testamento, por su riqueza, los pactos que sostenía con Dios y su numerosa descendencia.

Su apoyo a las iglesias cristianas lo protegía, pero paradójicamente cayó por no ser buen cristiano. Chamalé fue capturado durante una visita a una de sus mujeres en la ciudad de Quetzaltenango, a casi 100 kilómetros de Malacatán, en marzo de 2011. Inmediatamente, fue trasladado en helicóptero a la capital del país.

A cargo de su organización quedó su hermano, El R, y como mando medio, el “Apóstol Mazariegos”.

El R está en la actualidad en prisión esperando ser extraditado.

 

Rony Ortiz Lopez, alias El R, fue capturado en 2015 acusado de asesinato. Pero logró salir libre y fue capturado otra vez en 2019 para ser extraditado a Estados Unidos. Ministerio de Gobernación.

El pastor Mazariegos viviría dos años más. Siguió construyendo su gran templo, pero, ya sin el apoyo de Chamalé, no alcanzó a terminarlo. Hoy su viuda, Hilda Almengor, sigue predicando en la iglesia y en publicaciones de Facebook pide donaciones para terminarla.

Chamalé siguió presentándose como un auténtico creyente hasta el final. Ante la corte de Florida, dijo que era un evangélico que si bien se dedicó al narcotráfico, sólo lo hizo para ayudar a los pobres.  Su abogada, Darlene Barror, le presentó al juez fotografías de algunas de las iglesias que había construido, como prueba de la ayuda que prestó a la comunidad.

“Traté de ser una persona honorable, un cristiano y evangelista”, aseguró Chamalé, en una audiencia. Y prosiguió: “Cuando Jesucristo fue crucificado, la Biblia dice que fue crucificado junto a dos ladrones. Uno estaba a su izquierda  y otro a su derecha. Eso significa que hay dos tipos de criminales, uno bueno y uno malo. Hay gente que trabaja ilícitamente y lo hace para su propio engrandecimiento. Y luego están lo que trabajan ilícitamente, pero es para dar a los demás”.

 

Paraísos de dinero y fe fue realizada en conjunto por Columbia Journalism Investigation, Centro Latinoamericano de Investigación Periodística, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (México), Nómada (Guatemala), Canal 13 Noticias (Costa Rica), IDL-Reporteros (Perú), Infobae (Argentina), Agencia Publica (Brasil), Folha Sao Pablo (Brasil), La Diaria (Uruguay), El Tiempo (Colombia) y OCCRP (Europa), con el apoyo de la Seattle International Foundation.

 

Asier Andrés
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Asier Andrés es un periodista español que trabajó en Guatemala por muchos años, en elPeriódico y ContraPoder. Es co-autor junto a Pilar Crespo del libro de Plaza Pública titulado ‘El coronel, el rector y el último decano comunista’, una investigación de tres años sobre el Archivo Histórico de la Policía Nacional.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Rafael Mazariegos /

    21/08/2020 4:32 PM

    Excelente investigación, es imposible que surjan como hongos, suntuosas iglesias evangélicas, en medio de poblaciones en miseria extrema, sin ayuda de un poder superior, no del Supremo Creador, precisamente.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Rafa Mazariegos /

    21/08/2020 4:30 PM

    Excelente investigación, es imposible que surjan como hongos, suntuosas iglesias evangélicas, en medio de poblaciones en miseria extrema, sin ayuda de un poder superior, no del Supremo Creador, precisamente.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Benjamin /

    20/08/2020 6:50 AM

    De "Yo soy la voz que clama en el desierto, arrepentios!" a "Mi biblia para aprender y mi chequera para adorarle". Ademas, los crucificados no eran ladrones, sino revolucionarios o guerrilleros "Celots" la cruz era castigo por Sedicion. Barrabas era lider del movimiento, el equivalente del Che Guevara. Fueron pintados como ladrones y asesinos por quienes editaron la biblia(Roma, Constantino)..............................................................................................................

    28 Hijos,.. A jijo.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!

    Ana Espada /

    19/08/2020 9:52 PM

    Un artículo muy ilustrativo y así como estos falsos cristianos hay muchos aquí en la ciudad de Guatemala con grandes templos que son las lavanderías de muchos criminales, espero que caigan en algún momento no por la justicia nacional, sino por USA.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Mario Paredes /

    19/08/2020 9:04 PM

    Que cuerudo ''el hermano Juan''. Que hay dos tipos de delincuentes, jajajajaja.

    ¡Ay no!

    1

    ¡Nítido!



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