Gracias, Jimmy, por tantos funcionarios impresentables

Desde los ya lejanos tiempos de Alfonso Portillo, los gobiernos guatemaltecos han tenido tres tipos de altos funcionarios: los que empiezan el período –los financistas del partido y cercanos al presidente y unos cuantos novatos en política y convencidos de que pueden aportar al país –, los que consiguen el cargo por la renuncia o destitución de la primera opción y los que terminan el mandato, generalmente fieles a un presidente ya desgastado, impopular y con pocos aliados.

Abundan en la tercera tanda los oportunistas de ocasión, cuadros que no cumplen con los méritos mínimos para trabajar en la administración pública y para quienes el desgaste del Gobierno es menos relevante que la oportunidad de beneficiarse de él.

Justo en esa etapa está ahora el gobierno de Jimmy Morales.

Cuando pensábamos que la incompetencia y desfachatez del ministro de Ambiente, Alfonso Alonzo, era insuperable, el ministerio de Desarrollo Social nombró esta semana a Steven Mejía Lima director del Fondo de Protección Social.

La referencia del nuevo funcionario se resume en un párrafo: fue técnico en el ministerio de Comunicaciones de Alejandro Sinibaldi y candidato a diputado del Movimiento Reformador (el partido de Sinibaldi). No ganó. En 2016, en un bar de Cayalá, le dio un cobarde puñetazo a Santiago Palomo, analista político de un programa de televisión y estudiante de derecho. No era una riña. Mejía simplemente golpeó al joven (y le quebró la nariz) porque le dio la gana, tal y como quedó evidenciado en un video. La torcida versión que Mejía dio en redes sociales no le valió ante el juez de paz. En abril pasado fue condenado a un año de prisión conmutable por violencia y lesiones leves, pero todavía no paga la multa de Q40 mil porque apeló la sentencia.

El excandidato a diputado Steven Mejía atacó anoche a nuestro compañero de ALas10PM @santipalomov en un bar deCayalá pic.twitter.com/pzOtYnFa67

— Paola Hurtado (@hurtadopaola) August 7, 2016

Ese, un abusivo pendenciero, es el nuevo director del Fondo de Protección Social, un fideicomiso del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) que sustituyó en 2012 al fideicomiso de Mi Familia Progresa y que ha sido señalado por su dudosa administración.

La bancada de Encuentro por Guatemala citó en marzo al entonces ministro, Alcides Obregón, para que explicara por qué el dinero que el fondo mantiene en el banco, para pagar a los beneficiarios de los programas sociales, no gana intereses a pesar de que la escritura de constitución del fideicomiso lo establece y, en cambio, paga altas comisiones bancarias.

En este documento de acceso público, Encuentro por Guatemala expone que el fondo paga a los beneficiarios en noviembre y diciembre, por lo que los primeros diez meses del año el dinero está en el banco (Banrural) y debería ganar intereses a “una tasa anual promedio ponderado de las operaciones pasivas del sistema bancario”. Dice que el fideicomiso debió generar intereses a favor del Estado de 2009 a 2016, pero el banco solo pagó Q1 millón por dos años (2009 y 2017). En contraste, el fondo ha pagado comisiones a favor del banco todos los años por Q27.7 millones y calcula que “el Estado dejó de percibir entre Q145 millones y Q215 millones por intereses, según nuestros cálculos sobre el patrimonio fideicometido a una tasa pasiva promedio del 4.60% anual”.

Ese es el fondo que dirigirá Mejía y a dos días de su nombramiento no conocemos su hoja de vida ni sus capacidades para ocupar el puesto. Ni siquiera sabemos si tiene título universitario.

Steven Mejía trabaja en el Mides desde el año pasado. Era técnico del despacho de Alcides y ganaba Q20 mil mensuales. ¿Qué hacía? A saber. Sus otras referencias laborales en internet son los Q10 mil que cobraba en 2012 en la Dirección de Correos y Telégrafos y su perfil de LinkedIn decía que fue director de la División de Asentamientos Urbanos, también durante la administración de Sinibaldi. Decía. Mejía borró su perfil esta semana.

Su actual jefe es el ministro Carlos Velásquez Monge, piloto aviador, exdirector de Aeronáutica Civil, hombre de confianza de Jimmy Morales y un ministro de la “tercera tanda”. Velásquez es el tercer titular de Desarrollo Social de este Gobierno. No podía asumir porque no tenía finiquito de la Contraloría General de Cuentas (debido a las denuncias penales que acumuló en Aeronáutica), pero un juez lo amparó y pudo conseguir la constancia en tiempo récord.

Velásquez aseguró en Twitter que desconocía la condena penal que pesa sobre su nuevo director y dijo que le pareció que Mejía tiene “un amplio conocimiento de los programas sociales”. Difícil creerle cuando uno lee en una nota de elPeriódico que el padre del ministro es el abogado de Mejía, afirmación que Velásquez no ha negado ni confirmado.

¿Puede caer más bajo la administración de Jimmy Morales? Lamentablemente parece que sí. La tercera fase de funcionarios apenas está empezando y es probable que, en su desesperación de ganar aliados y llenar las plazas vacantes, el presidente permitirá más nombramientos de impresentables. Incluso más que su ministro de Ambiente y de Gobernación, su canciller, su excomisionado para temas migrantes, su portavoz (recién destituido porque fue insostenible mantenerlo en el puesto) y el propio Mejía.

En el penúltimo año de Gobierno y, a seis meses de las elecciones generales, da la impresión de que Morales está nombrando a quien le acepta el cargo y le obedece a pie juntillas, no a quien tiene el perfil para ocuparlo. La idoneidad y la honorabilidad salen sobrando.

Los escasos buenos cuadros que hubo a inicios de este Gobierno, profesionales a los que Jimmy logró convencer de que lo acompañaran, ya se le fueron. Huyeron despavoridos, frustrados, traicionados, decepcionados. Le quedaron los leales y los oportunistas y, salvo un par de excepciones, ambas categorías son de incompetentes. Lo mismo sucedió a Otto Pérez Molina en el año que cayó preso, a Álvaro Colom, cuando los casos de corrupción y su debilidad para gobernar ya habían sepultado su popularidad, a Óscar Berger y a Alfonso Portillo. El gobierno de Jimmy es simplemente más de lo mismo.

Pero no quiero terminar estas líneas sin hacer un importante matiz: hay algo que agradecerle a Jimmy Morales. En medio de la indignación que nos provocan estos funcionarios de pacotilla, me siento optimista de que su gestión fallida nos ha hecho tocar tanto fondo que nos forzará a ser más exigentes y menos tolerantes con la administración que venga. Guatemala ya no es la que gobernó la gavilla de Portillo. Ni siquiera se asemeja a la de hace tres años, cuando cayó Pérez Molina, Roxana Baldetti y su gabinete. Hemos cambiado. La indignación ha sido la madre de nuestros grandes cambios. Así que si algo podemos agradecer a Jimmy será la intolerancia que nos está generando contra la clase política de la que viene él y sus funcionarios de la tercera tanda. Gracias por eso.