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Por qué están protestando contra la dictadura en Nicaragua

Nuestro aliado, Carlos Fernando Chamorro, de Confidencial.com.ni, explica la crisis contra el exguerrillero Daniel Ortega.

Actualidad Entender la política P369

Foto: Confidencial

Las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) impuestas por el presidente Daniel Ortega, aumentando sustancialmente las contribuciones patronales y laborales, e imponiendo un ilegal impuesto a las pensiones de los actuales jubilados y una disminución a las pensiones futuras, han generado una ola inesperada de protesta social.

Durante una década, Ortega ha impuesto una dictadura institucional, un régimen Estado-Partido-Familia que concentra todos los poderes del Estado, incluyendo el Ejército y la Policía, y promete orden social, combinando estabilidad económica con represión selectiva y cooptación social. El control absoluto del poder, que solo comparte con su esposa la vicepresidenta Rosario Murillo, le ha permitido sofocar reclamos políticos por fraudes electorales y las protestas campesinas ante el fracasado megaproyecto del canal interoceánico.

Uno de los pilares de sustentación del régimen es la alianza con los grandes empresarios a los que otorga oportunidades de inversión, en un esquema de cogobierno en los aspectos económicos, sin transparencia ni democracia. El otro ha sido el uso discrecional de la millonaria cooperación venezolana de más de 4000 millones de dólares otorgada por el chavismo –el mayor y más descarado acto de corrupción de la historia nacional–, que empezó a mermar hace dos años.

Al terminarse los años de “vacas gordas”, llegó la anunciada crisis fiscal. El miércoles pasado Ortega aprobó un paquete de medidas para extraer más de 250 millones de dólares –1.5% del Producto Interno Bruto–, para evitar la quiebra de la seguridad social, que ha sido agravada por la corrupción de su Gobierno, sin calcular las consecuencias.

Las cámaras empresariales rechazaron las medidas advirtiendo que al imponer el paquete económico de forma unilateral, el Gobierno rompió el mecanismo de “diálogo y consenso”, con políticas contractivas que generarán desempleo, pérdida de competitividad, e inestabilidad económica. El reclamo plantea nuevas interrogantes sobre el futuro de esta relación, que ha sido crucial para otorgarle legitimidad a un régimen autoritario, que eliminó todo contrapeso de la oposición política.

La envergadura de la reacción popular llegó sin aviso, cuando un grupo de jóvenes universitarios y decenas de adultos mayores se autoconvocaron en una protesta pacífica contra el golpe a la economía popular. La brutalidad de la represión desatada por las fuerzas de choque del Gobierno, protegidas por la Policía, generó un estado de indignación, alimentado por las imágenes de jóvenes y adultos heridos, y periodistas vapuleados y asaltados. A pesar de que controla la mayoría de los canales de televisión, el régimen impuso la censura y suspendió la señal en el servicio de cable del canal100% Noticias. Un día después, estallaron nuevas protestas en las universidades que reciben fondos del presupuesto del 6% del CNU y eran bastiones políticos del régimen, y se extendió en Masaya, Estelí, Matagalpa, León, Chinandega y otras ciudades del país.

La protesta sin líderes visibles ni organizaciones que la convoquen, ha dejado diez muertos, entre ellos un policía, y una veintena de heridos. Su reclamo inicial por asalto a la seguridad social, se ha desbordado contra los agravios políticos acumulados por el régimen: el autoritarismo, la represión, y la corrupción que simboliza la pareja presidencial. La consigna generalizada “no tenemos miedo” y el derribamiento de los omnipresentes símbolos del régimen –los “chayopalos” y megarótulos que rinden culto a la personalidad de Ortega y Murillo– define con claridad las banderas de esta protesta en demanda de libertad, democracia, y participación política para terminar con una dictadura.

En cinco días de espontánea rebelión popular, el orteguismo perdió el monopolio del control de las calles, y demostró que sólo puede sostenerse en el poder a través de la represión criminal. Su sistema político de control autoritario, incluida la alianza con el Cosep para negociar a puertas cerradas todos los temas económicos y sociales de la vida nacional, ha sido cuestionado desde la raíz, por una nueva legitimidad popular y nacional, teñida con la sangre de víctimas inocentes.

La convocatoria de las cámaras del sector privado Cosep, Amcham, Conimipyme,  a una marcha pacífica el lunes en rechazo a la violencia, es un paso necesario pero insuficiente para promover una salida a la crisis nacional. Para dialogar, no a puertas cerradas, sino en un debate nacional incluyente con testigos y garantes internacionales, se requieren al menos cuatro requisitos:

  • El cese inmediato de la represión paramilitar y policial y el castigo a los culpables de la represión.
  • La separación de sus cargos de la primera comisionada Aminta Granera y el director de facto de la Policía, comisionado general Francisco Díaz.
  • La derogación del decreto presidencial 03-2008 sobre el paquete de medidas del INSS.
  • La separación del doctor Roberto López de su cargo como presidente ejecutivo del INSS.

Solamente después de cumplir estos requisitos mínimos habrá condiciones para la instalación de un diálogo nacional, nunca más una “misa negra” o negociación a puertas cerradas con el Cosep, para devolverle el derecho a todos los actores de la sociedad a participar en un debate nacional, que empieza con la reforma integral del INSS y la restitución de su autonomía, y termina con la reforma política y la reforma electoral.

Es inútil intentar predecir el desenlace de esta crisis si el Gobierno sigue recurriendo a la represión, lo único seguro, por ahora, es que tras el “paquetazo” del INSS, habrá un antes y después, un verdadero parteaguas en las relaciones entre la dictadura orteguista y la sociedad nicaragüense.

Carlos Chamorro
/

Nicaraguense. Periodista. Director de Confidencial.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Neto /

    24/04/2018 6:44 AM

    A CONSOLIDAR EL PODER DEL PUEBLO Y SU VANGUARDIA.

    Carlos Fonseca Terán.

    En la actualidad los trabajadores afiliados al INSS gozan de grandes beneficios que no tenían antes de que el Comandante Daniel Ortega fuera Presidente. Los adultos mayores reciben sus pensiones reducidas, que antes no recibían. Los lisiados de guerra y madres de héroes y mártires tampoco recibían nada y ahora sí, aunque aún falta camino que recorrer en beneficio de ellos, que lo dieron todo por la patria.

    Al haber más beneficios y beneficiar a muchas más personas que antes, el INSS enfrenta una situación económica que es insostenible si no se toman medidas que nos permitan preservar esas conquistas del pueblo nicaragüense, obtenidas gracias a la Revolución. El aumento en las cuotas de los trabajadores al INSS y un aumento mayor en las de los empresarios, así como el establecimiento de la cuota de los jubilados, son medidas que tienen ese objetivo: salvar al INSS y por tanto, lograr que los trabajadores, víctimas de guerra y adultos mayores sigan recibiendo los beneficios actuales y más beneficios aún en el futuro.

    Otra opción, que es inaceptable para el pueblo y para el sandinismo, es aumentar la edad de jubilación y la cantidad de semanas requeridas, eliminar la pensión reducida a los adultos mayores y otras barbaridades por el estilo, propuestas por el FMI con beneplácito de la empresa privada.

    Sin embargo, es posible que la solución encontrada por nuestro gobierno tampoco sea la mejor o sea insuficiente; tal vez estemos equivocados. Hay que promover el surgimiento de nuevas propuestas. Por tanto, la reinstalación del diálogo en el seno de la alianza tripartita entre Gobierno, trabajadores y empresarios es indispensable para encontrar una salida al problema económico del INSS, pero esto debe ir más allá y debemos verlo sólo como el inicio de un proceso en el que retomemos la senda de la participación del pueblo en las decisiones gubernamentales, que habíamos comenzado a recorrer en los primeros años de esta segunda etapa de la Revolución, y que luego hemos descuidado.

    Todos los sectores sociales deben ser escuchados. Sería de gran ayuda, además de justo, que los estudiantes universitarios – tanto los que adversan las reformas al INSS como los que las respaldan – participaran en este diálogo y que formaran parte de nuevos espacios de participación, pero para eso tendrían que nombrar representantes, ya que al menos los jóvenes participantes en las protestas no tienen expresión organizada y muchos no pertenecen activamente a ninguna; y eso lleva un tiempo que no podemos darnos el lujo de esperar en este momento. Cierto es que ya los jóvenes universitarios tienen su organización gremial (UNEN), con muchos méritos en las luchas estudiantiles, pero para efectos de su participación en el necesario diálogo que preserve la paz con justicia social y que sea parte de un modelo político de participación popular en las decisiones de gobierno, no basta con su representación gremial, como sucede también en el caso de los trabajadores e incluso, de los mismos empresarios.

    Es decir, el diálogo entre gobierno, trabajadores y empresarios es indispensable para resolver la situación actual, pero inevitablemente será sólo una solución transitoria, ya que la definitiva sólo podrá surgir de una participación más amplia, para estos y todos los problemas que enfrentamos como país.

    Yo no creo que muchos jóvenes participantes en las protestas estén de acuerdo con la destrucción causada, el vandalismo y la violencia. Todos juntos, partidarios o no de las reformas que serán revisadas, debemos enfrentar y poner fin a los actos vandálicos que han desprestigiado las protestas. Desgraciadamente, muchos de los participantes en las protestas desde el comienzo usaron métodos ante los cuales las fuerzas del orden no podían permanecer indiferentes. Independientemente de los niveles de desinformación que tengan quienes han participado en las protestas, evidentemente la motivación en muchos de ellos es defender los derechos del pueblo, aunque lo hayan hecho hasta ahora quizás, de manera equivocada.

    En todo caso, la culpa de que estén desinformados es nuestra, del FSLN. Los niveles de organización y acción política del sandinismo han decaído en los últimos años, se ha descuidado la formación política y no se tienen mecanismos efectivos para la selección de cuadros tanto a nivel político partidario como a nivel de gobierno.

    Debemos ser humildes, autocríticos y valientes, consecuentes con nuestros principios. A nuestra dirigencia no se le ayuda en nada diciéndole que todo marcha de maravilla, porque no es así y nunca será así. Nuestro gobierno ha hecho grandes esfuerzos para combatir la corrupción, pero evidentemente han sido insuficientes, y esto también está relacionado con las debilidades organizativas a las que me refiero. Se cometen muchas arbitrariedades y abusos, muchas injusticias y hay menosprecio por el pueblo y por los trabajadores a nivel de muchos funcionarios del Estado y de compañeros que ejercen cargos públicos. Esto crea un malestar que se acumula, y sólo hace falta una chispa para que estalle, lo cual a quien más perjudica es en este caso, al mismo pueblo, debido a que hay políticos inescrupulosos esperando como buitres a que llegue el momento para reinstaurar en Nicaragua un régimen enemigo de los trabajadores, los jubilados, los estudiantes y el pueblo en su conjunto, como lo fue la triste noche neoliberal y ya no digamos, el somocismo.

    Es necesario rectificar. Los sucesos de anoche han sido una campanada de alerta. Esta es una oportunidad para superar errores y mejorar en todos los aspectos. Yo tengo plena confianza en que para esto contaremos también, como hemos contado hasta ahora, con la sabiduría y el liderazgo del Comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo, quienes han estado al frente de una gestión gubernamental que a pesar de las debilidades y errores, ha traído a nuestro pueblo enormes beneficios que jamás habría tenido bajo un gobierno como los que hubo en Nicaragua entre 1990 y 2006, y antes de 1979.

    Aquí se trata pues, de defender la paz, la justicia social que se ha venido instaurando con la restitución de los derechos del pueblo, y este proyecto revolucionario por el cual entregaron su vida tantos buenos hijos de nuestra patria. Así que a organizarnos mejor, a promover la participación del pueblo, a defender las conquistas alcanzadas y como buenos revolucionarios, a ser consecuentes con aquello que nos enseñó el Comandante Fidel Castro: “cambiar todo lo que debe ser cambiado”.

    ¡Ay no!

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    ¡Nítido!

    Axel Cocon /

    21/04/2018 4:43 PM

    Que temprano o que tarde se le olvido a Daniel Ortega y al Frente Sandinista de Liberation Nacional los motivos por el que se alzaron en armas a finales de los 70 para derrocar a la sangrienta dictadura de Anastasia Somoza. Al final ellos continuaron haciendo lo mismo, traicionando un movimiento que gozo de la simpatia mundial por los valores humanos que levanto y el ejemplo a seguir.
    Ortega ha seguido y ha superado la escuela de los Somoza, que en sus tiempos se creyeron que Nicaragua era su finca y que los ciudadanos sus mosos. De que sirvio el derramamiento de tanta sangre para Despues volver a caer a lo mismo.
    Las recientes protestas populates en contra de las medidas arbitrarias del orteguismo que pretended castigar con un impuesto a los empobrecidos pensionados, me hacen recordar las protestas de los nicas llamadas "cacerolazos" en enero de 1977 despues del asesinados de Pedro Joaquin Chamorro. Precisamente esas protestas fueron mi primera cobertura internacional como reportero de Impacto.
    Daniel Ortega debe poner "Las barbas en remojo " y atender inmediatamente los reclamos de la poblacion porque al igual que ocurrio en 1977, los ciudadanos ya le perdieron el miedo al regimen y, de prolongar el descontento popular, estara abriendo la puerta para que se repita un levantamiento armado como ocurrio contra la otra dictadura que el ayudo a derrocar.
    Si Daniel Ortega se aferra a los placeres del poder dictatorial como lo hizo Tacho, no seria raro que aparezca otro " comandante cero que lo personifico Eden Pastora, que repita el sensational ataque al palacio Nacional aquel 22 de agosto de 1978 y que abrio la ruta para el derrocamiento armado de Somoza, un ano despues.
    Las caracteristicas que vivio Somoza, y que esta repitiendo Ortega me son familiares pues aunque soy guatemalteco las vivi de cerca primero como enviado de Impacto y luego por el desaparecido Aqui El Mundo, para quien cubri los acontecimientos de la toma de palacio. Me toco ser quien descubrio al comandante cero en el antiguo aeropuerto "Las Mercedes".

    ¡Ay no!

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    ¡Nítido!



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