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La independencia fue contrainsurgencia

Cuando regresé a la secundaria en Guatemala, después de haber recibido cursos de “Historia Patria” en primarias de Chile y de México, me llamó la atención lo escueto y deslucido de la independencia según los textos guatemaltecos: nada de gestas militares gloriosas; de panteones de héroes y galerías de villanos; de pueblos sublevados para reclamar justicia. En este confín del imperio español no hubo guerra, las sublevaciones populares fueron pocas y ridiculizadas (el mito de Tecún Umam) y sin mayor alcance, y el último Capitán General fue nombrado primer presidente de la flamante República.

15 de septiembre contrainsurgencia guatemala historia Independencia Opinión P258
Esta es una opinión

Una obra de Efraín Recinos en Santo Domingo el Cerro.

Foto: Flickr.com/photos/tomas-theimpressionist/

Estos hechos podrían haber sido testimonio de la inteligencia de una élite progresista que encontró la fórmula para librar de manera pacífica al pueblo del yugo colonial para transformar las relaciones políticas y sociales de la provincia al tenor de las corrientes filosóficas de vanguardia en ese momento. Pero no fue así: el peso del yugo español tenía muchos años de haberse reducido frente a la autonomía de una élite criolla que, en palabras del historiador Carlos Solórzano Fonseca, para comienzos del siglo XIX era «el único poder efectivo y actuante» dentro de la colonia.Las luchas entre liberales y conservadores dentro de la élite –eco del debate de las ideas en Europa y sus colonias americanas- nunca los llevaron a la ruptura y a la construcción de alianzas con sectores medios y populares: el fantasma de un pueblo enardecido los llevó a cerrar filas.

La independencia no fue revolución, sino contrainsurgencia. Liberales y conservadores se unieron en torno a un plan para lograr un cambio de gobierno sin hacer olas, el «Plan Pacífico para la Independencia de Guatemala», con instrucciones de coreografía detalladas que incluían el acarreo del «pueblo» para gritar vivas en el momento preciso de la puesta en escena. La intención inmovilista de este esfuerzo quedó plasmada en el Acta de Independencia misma: «Que siendo la Independencia del Gobierno Español, la voluntad general del pueblo de Guatemala…el Señor Jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo».

El tema viene a colación no por ánimo de auto-conmiseración histórica sino como vehículo para reflexionar sobre algunos retos que como país enfrentamos en este momento.

El primero es la limitada capacidad de acción política que caracterizó a la sociedad en ese momento. El ánimo insurgente fue mucho menor que en las demás colonias españolas del continente. Alcanzó lo que el historiador Julio Vielman llamó una «modorra generalizada».

El segundo es que sin una ruptura dentro de la élite entre sectores conservadores y progresistas, y ante la ausencia de liderazgos alternativos, no existió presión social para empujar una transformación institucional sustantiva a partir de las reivindicaciones que podían tener los sectores subalternos: una incipiente clase media de comerciantes pequeños, burócratas y profesionales; una masa popular mestiza desperdigada en los arrabales urbanos y asentamientos agrícolas; una población indígena concentrada en sus comunidades.

Eso le dio a una élite interesada en mantener sus prerrogativas la oportunidad de una solución política a la crisis que en procesos de transformación social, era: «dar atol con el dedo».

La historia es explicación; no es condena. Estamos en un momento crucial de nuestro proceso histórico, con un estado corroído por la corrupción, el clientelismo y el patrimonialismo, que se rinde ante los intereses –en ocasiones criminales- de sectores de élite tradicionales y emergentes. Tenemos la oportunidad de construir un estado democrático: la democracia electoral no es toda la solución al problema pero si ofrece una vía. Y la desesperación y el cansancio de la mayoría de la población con este orden de cosas es palpable. La pregunta es si sabremos hacerlo o si nos quedaremos saboreando un atol que nos administren con el dedo.

Posdata. Dos referencias bibliográficas para los interesados: el minucioso y ameno estudio del proceso independentista que Julio Vielman ha publicado recientemente: Los Enigmas de la Independencia, 1808-1823; y el estudio de Horacio Cabezas con la historia de esa fantástica componenda –que fue descubierta por casualidad más de un siglo después- y su texto: Independencia Centroamericana: gestión y ocaso del “Plan Pacífico”.

Bernardo Arévalo
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Estudió sociología, y don Max marcó la forma como ve el mundo. Alguna vez fue diplomático, y le quedaron algunas mañas. Tal vez por eso sigue trabajando en temas que conjugan ambas perspectivas, como consolidación de la paz y transformación de conflictos. Algo nómada, ha vivido fuera del país por temporadas largas pero al final, siempre regresa. Secretario General Adjunto II de Movimiento Semilla, a partir de 2019.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Cristián Guerra /

    01/06/2015 7:23 PM

    Gracias Bernardo, excelente texto!!

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Bernardo Arévalo de León /

    30/09/2014 10:49 AM

    Efectivamente, Diego: En el '85 comienza una nueva etapa, que es marcada por las limitaciones de la clase política nacional en términos de su capacidad para asumir el proceso de construcción de una democracia, y que tras el 96 asume un deterioro de perfiles trágicos. Pero los orígenes del problema fueron sembrados anteriormente. Las democracias de fachada que tuvimos en las dos décadas precedentes fomentaron el desarrollo de partidos políticos que sólo servían para la pantomima democrática, poblando un congreso en el que las leyes venían dictadas por militares o compradas por empresarios, y concursando en elecciones en las que la victoria dependía del juego de fuerzas adentro de la élite militar y económica, y no de los votos obtenidos en las urnas. En el '85 comienza un proceso de democratización, en el que la mayoría de operadores políticos de la época anterior continuaron vigentes. Librados gradualmente de los dictados de la elite contrainsurgente -civil y militar-, se convierten en agentes libres para seguir comerciando sus servicios de acuerdo a los mismos principios patrimonialistas y corruptos de la etapa anterior. La construcción de la democracia en manos de quienes no la entienden....Ese es el origen del sistema actual, en el que aunque no puede decirse que todos los politicos y sus organizaciones sean iguales -toda generalización es cruel- las pocas golondrinas que piensan y actúan de manera diferente no terminan de traernos el verano.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Diego Joachin /

    29/09/2014 5:37 PM

    ¿Estarías de acuerdo que desde el '85 vivimos bajo la dictadura de la sra. Avaricia? A veces narcos, a veces empresarios. La ramera es la misma, solo se cambia de bikini.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    Avatar
    Tobías Zamora Hernández /
    24/09/2014 10:57 PM

    Importante nota sobre la mal llamada independencia, que en las escuelas y colegios la denominan LIBERTAD; considero que debe de haber una segunda parte para profundizar mas el tema.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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