Empezó el 21 de septiembre. El PP quiso “mostrar su fuerza política” acarreando gente para anunciar a su futuro candidato presidencial, Alejandro Sinibaldi. No tomaron en cuenta a un Tribunal Supremo Electoral (TSE) independiente que interpretó que era (obvia) campaña anticipada. Los tres magistrados del TSE que votaron para suspender al PP y cancelar a Roxana Baldetti como secretaria general fueron electos en marzo por la UNE, Todos y Creo.
Baldetti decidió tomar revancha en el Congreso y el Gobierno llamó a su odiado Manuel Baldizón para elegir a los 13 jueces de la Corte Suprema de Justicia. El PP decidió a 9 de los 13 y votó a la Corte más pro-políticos y menos pro-empresarios de los últimos 25 años.
La elección resistió un primer “ataque” cuando el abogado Alfonso Carrillo protestó en la Corte de Constitucionalidad (CC) y la Corte validó la elección. Entonces, el PP y Líder (que suman 43 y 58 diputados, de 158), repitieron la fórmula y eligieron a 126 jueces de apelaciones, y a los dos representantes del Congreso ante la poderosa Junta Monetaria del Banguat. La relación de “frenemies” (amigo-enemigos) de Sinibaldi y Baldizón fue clave.
Habían quitado la sartén del mango a los otros actores de poder: Empresarios tradicionales, sociedad civil y a UNE, Creo y Todos. Muchos adversarios juntos.
El PP se sintió tan poderoso que se pasó de la raya. O una jueza se lo hizo ver. Su diputado Gudy Rivera le dijo a la jueza Claudia Escobar que anulara la suspensión del TSE y la reelegirían como jueza. Ella se negó y lo denunció a la Cicig y a la opinión pública como ejemplo de la falta de independencia judicial en el proceso. Y la presión social sobre la CC fue evidente. Tanto que tuvo que tomar una decisión para calmar las aguas: suspendió la elección de las Cortes indefinidamente. Empate.
Hasta que alguien gane el pulso. El Gobierno o la sociedad civil, que quiere que se repita la elección para que hayan jueces más independientes. Los empresarios agrupados en el Cacif o los agrupados en Fundesa, en la misma disyuntiva.
Pero la CC respaldó al TSE contra el PP.
Mientras, la UNE quería regresar al poder legislativo. Una alianza entre los partidos de Sinibaldi y Baldizón no le conviene a la tercera candidata, Sandra Torres. Sobre todo porque la alianza que eligiera a la Junta Directiva amarraría la negociación del presupuesto para 2015.
Entonces llamaron a antiguos aliados durante el gobierno de Colom (2008-2011), Roberto Alejos y Manuel Baldizón, para elegir a la Directiva, sacar al PP y romper la alianza PP-Líder. Y estuvieron a un voto de lograrlo el martes. A uno. Pero el PP llamó a su padrino Ángel González, dueño del monopolio de la televisión nacional, para que convenciera los hermanos Rabbé. Alfredo (para que no votara por Líder-UNE-Todos-Creo) y Luis (para que fuera presidente legislativo en 2015). Luis Rabbé, ministro de Comunicaciones del FRG (2000-2002), es cuñado de Ángel González.
Y el PP junto a Ángel González no se mira tan feo. La UNE y Creo se cambiaron de bando. Ayer eligieron una directiva de Rabbé-PP-UNE-Creo. Líder y Alejos, fuera. Si la CC decide que se repita la elección de jueces, el PP negociará con menos poder.
Tras de la victoria de septiembre y las derrotas de octubre, el PP volvió a ponerse de pie. Tras ser marginada del poder judicial y legislativo, la UNE volvió a colocarse como bisagra. Y después de haber sido bisagra durante octubre y colocar a 4 jueces y 1 representante ante la Junta Monetaria, Líder volvió a quedarse aislado.
Eso sí, regresó el verdadero hombre de peso en el Congreso. Después de una derrota en el pulso contra Mario López, de Tigo, por la ley de frecuencias radioeléctricas, los políticos recurrieron otra vez a Ángel González para torcerle el brazo a sus adversarios.
Así, en la foto para el desgaste aparecen Luis Rabbé, Arístides Crespo, Julio López Villatoro y Selvin García.
Atrás de ellos, Ángel González, Sinibaldi-Baldetti, Sandra Torres, Roberto López Villatoro y Roberto González (Canela).
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