Sin embargo, la felicidad no existe. No lo digo en el sentido amargado de alguien rendido en su búsqueda y enfocado tan solo en sobrevivir. Lo digo porque la emoción de la felicidad nunca se presenta aislada. Incluso en su máxima expresión –la euforia–, ocurre mezclada de otras emociones.
Una amiga muy querida me decía: “la felicidad siempre va de la mano de la tristeza”. Tomemos, por ejemplo, esa etapa cuando uno se está graduando del colegio. Por un lado, uno siente una gran ilusión, una sensación de éxito, una alegría infinita por pasar a la siguiente etapa. Sin embargo, por el otro, nos ataca el miedo: ¿qué voy a hacer ahora?, ¿y si no conozco a nadie en la universidad? Nos invaden las tristezas por ya no ver a nuestros compañeros de clase, maestros y demás. Cuando me gradué estaba feliz. ¡No podía creerlo! Contaba los días para irme. Sin embargo, caminaba los pasillos del colegio con el corazón en la mano, viendo pasar las memorias en cada esquina. Recuerdo sentarme a escuchar el sonido del viento en el pasto en los campos, ver a mis amigos en la cafetería, hablar con los maestros como tratando de absorber todo y guardarlo para siempre. Sí, la felicidad iba de la mano de la tristeza.
En el mundo –o al menos en el mío– ha ocurrido una avalancha de mensajes positivos, técnicas nuevas de sanación, gente que busca meditar, viajar, hacer deporte o comer sano. Veo publicaciones en Facebook que hablan de la felicidad, el amor propio, la paz interior, las luchas y el éxito. Incluso de las personas que yo concebía como existencialistas.
Me hace feliz ver este movimiento colectivo hacia el interior, una cruzada por conquistar la propia felicidad. Sin embargo siento que, como toda novelería, atrae a muchas personas que se involucran pasajeramente y a un nivel superficial. ¿Cuál es el problema de esto? Que la burbuja puede explotar y dejarlos más decepcionados de lo que ya estaban. Este bombardeo viral hace ver fácil lo que no es fácil.
¿Qué pasa si le decimos a una persona que fue violada, abandonada y lastimada por sus seres queridos que lo importante es perdonar y dejar ir? Es cierto, si ella no perdona y deja ir, no podrá seguir adelante en su vida, no podrá dormir tranquila en la noche jamás. Pero llegar a ese punto no es fácil. Para realmente sanar debemos antes enfrentarnos con nuestros propios monstruos. Y ese camino es cansado, es duro y es de toda la vida.
Recientemente salí de la casa de mis padres para vivir en un apartamento. ¡Nada me daba más ilusión! Sin embargo, al meter mis cosas en cajas y ver pasar los recuerdos de cada esquina, los abrazos y cariño de todos los días, lloré millones. Con esa tristeza y la alegría, una en cada mano, guardé mis cosas y me embarqué en una nueva aventura.
–La vida es un fluctuar de emociones– me dijo Carolina Escobar Sarti alguna vez. Entonces entendí que debía dejar de pensar la felicidad como una meta y disfrutara mi presente; porque la felicidad no es el destino sino el camino (con todo y las emociones mezcladas).
Disfrutar de lo bueno, aguantar lo malo, con mucho amor propio y por los demás, y con mucha paz. Ver y sentir el cielo, las hojas, los animales, la sonrisa de las personas amadas, los silencios, la música; a eso sabe la felicidad.
f. lopez hurtarte /
El mundo está "diseñado" de tal forma que una cosa existe en contraposición de la otra: el bien al lado del mal, la infelicidad al lado de la felicidad, etc. Lo cierto es que tenemos que saber convivir entre ambas para sobrellevar la vida. Cualquier persona que no haya conocido la infelicidad miente, así de sencillo. Una encuesta rápida entre librerías determinaba que en Guatemala los libros más vendidos son los de autoayuda, pero ¿por qué? Y cada vez más aparecen nuevas religiones, filosofías, sectas, creencias etc, y nos volvemos a preguntar ¿por qué? Y si se me permite aproximarme a una respuesta sencilla, diría que es porque la infelicidad existe. Dicen por ahí que en cada minuto presente de vida "estamos construyendo recuerdos". Muchas veces tenemos la felicidad enfrente de nosotros, pero ese caminar en busca de la felicidad ciega nuestra visión de las cosas, de ahí que creemos que todo tiempo pasado fue mejor ¿cuestionable?. Para disfrutar los momentos presentes de la vida, mantener los cinco sentidos despiertos es imprescindible. Y recuerdo ahora la frase de William Blake: "Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es, infinito", aparecida en su famoso libro El matrimonio del cielo y el infierno. Buen artículo, gracias.
David /
Astrid, me transportaste a esos tiempos de cambio. Gran articulo.
Luis Lewis /
Si la meta es alcanzar "mucho amor propio y por los demás, y con mucha paz" recomiendo leer y entender acerca de la teoria del apego y del trabajo de John Bowlby y Mary Ainsworth. Aqui esta la clave de la felicidad.
El secreto: empieza con nuestros padres desde recien nacidos! El 'baby shower' no hace falta! Lo ultimo en el 'baby center' tampoco! Lo que es NECESARIO Y ESENCIAL son padres estables emocionalmente que sepan validar los sentimientos de los hijos. (Un 'no llores, que no te pegue duro' es TODO LO OPUESTO a validar a un hijo.)
Si esto no va bien desde el principio, el camino por la vida es cuesta arriba y entonces la experiencia es tal y como lo describe el articulo: todo un confuso acertijo en busca de esa felicidad que muchas veces resulta ser efimera.
mario /
En eso concordo! la felicidad no es la meta es el camino y algo bien interesante, vivamos con espiritualidad o no, la felicidad no es lo más grande que nos paso, a veces son gestos bien minúsculos, la felicidad viene en trocitos dice una publicidad de un chocolate. No se si siempre tenemos la capacidad de verlo pero siempre recordaremos el momento más feliz de nuestra vida y seguramente es algo bien sencillo. No entiendo exactamente el objetivo de escribir esto perp al menos es un ejercicio interesante hacerse consciente de que hay felicidad en la vida.