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¿Quiénes somos los tarados que repetimos taras?

Un peruano me enseñó el término "taras”. Se refiere a estas creencias o estereotipos falsos que todos tenemos y que están asociados a nuestra cultura. Una tara puede ser creer que los alemanes no se bañan. Claramente no es cierto –al menos no absolutamente– pero fue algo que en algún momento la sociedad tomó como realidad y replicó al punto que muchas personas lo creen sin cuestionarlo. Puede que haya surgido de una verdad o de una medio verdad en algún momento, pero el punto es que hoy en día mucha gente lo tiene grabado en el inconsciente y ni cuenta se da.

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Flickr: AJC1

La sociedad está llena de taras y todos, por muy liberales o progresistas que nos consideremos, las replicamos.

El otro día leía a una mujer que protestaba haber sido criticada en redes sociales por haber subido de peso. Ella se dedica a la moda y muchas veces luce en fotos los atuendos que confecciona. El primer pensamiento que brotó de mi inconsciente fue: "claro, si se mete a la industria de la moda obvio que va a ser criticada".

Yo, que me dedico a enseñarle a la gente a amar y aceptar su cuerpo; que asumo esta labor como mi principal profesión; que he luchado con desórdenes alimenticios y he participado en el apoyo a personas con la misma enfermedad. Sin embargo, ese fue mi primer pensamiento. ¡Malditas taras!

Creo que la única forma de corregirlas es identificarlas y cuestionarlas. Pero cuestionarse los propios pensamientos y los principios sobre los que está fundada nuestra cultura toma esfuerzo y lo enfrenta a uno con muchas cosas que no son agradables. Además, hay mucha resistencia, tanto social como propia.

A nadie le gusta que se le desmoronen sus estructuras mentales. El miedo al cambio existe. La mayoría prefieren no cuestionarse, prefieren hacerse la vista gorda para no ser el feminazi, la hippie, el rebelde, la comunista, el vago o cualquier otro estereotipo despectivo que exista para definir a una persona que ve algo en la sociedad que no le gusta y trata de denunciarlo.

Leí un artículo que decía que ya ningún afroamericano se quejaba del racismo porque no quería ser el "negro que siempre se enoja y saca el aburrido tema del racismo en la fiesta". Sí, ver la realidad de este mundo tan racista, tan brutal, tan injusto, tan enfermo y tan vacío duele y molesta. Pero si uno se queda callado y no se cuestiona esas injusticias y creencias falsas, si uno no alza la voz, uno sigue replicando el sistema.

Las manifestaciones del año pasado fueron una realidad y cambiaron mucho la percepción de nuestro poder colectivo. Si de mi hubiera dependido, no hubieran pasado. Si me hubieran dicho a mi, yo no hubiera creído que iban a lograr nada o que iba a llegar gente siquiera. Fueron generaciones más jóvenes, más inocentes, más idealistas las que movieron a las masas. Y los demás nos sumamos.

El primer paso es hacerse consciente de las creencias falsas que cada uno tenemos (¡las malditas taras!). Los estereotipos habitan en lo más profundo de nuestras mentes. ¿Cómo es el hombre, cómo es la mujer, cómo son los afroamericanos, los gays, los árabes, los chinos? Desconfiemos de cualquier generalización. Incluso las que tenemos de uno mismo.

A veces toca cuestionarse cosas que nos han dicho nuestros padres, nuestros maestros o nuestros líderes religiosos; es nuestra responsabilidad hacerlo porque no decirlo implica replicar el sistema y sostenerlo. Y este mundo, con sus guerras religiosas, con sus bombas, sus muertos y su pobreza; con sus linchamientos a homosexuales y sus tragedias diarias necesita cambiar. Lo tenemos que cambiar.

Astrid Lottmann
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Casi Antropologa, coach de salud, luchadora y amada por la vida. Buscadora insaciable de la verdad y la luz. Emprendedora en el negocio de la comida saludable. La vida es un camino profundo y hermoso para aprender a ser mejores, hacerlo es obligación.


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COMENTARIOS

RESPUESTAS

    Lazaro Cumes /

    27/07/2016 6:53 AM

    Bueno...quejémonos entonces al estilo Trigglypuff!!! jajajaja

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!

    David /

    25/07/2016 10:09 AM

    Interesante forma de explicarlo.

    ¡Ay no!

    ¡Nítido!



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