El 27 de diciembre de 2019 Ignacio llegó a Guatemala desde Montreal, la ciudad más grande de la provincia de Quebec, Canadá. Tenía clara su misión: entregar una muestra referencial de ADN en la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG). Esto es parte de un objetivo más grande: encontrar a su familia biológica.
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Ignacio significa "hombre que nació en el fuego". Una búsqueda rápida en Google describe a las personas con ese nombre como sociables, fuertes, sin miedo a enfrentar los momentos difíciles.
—Por eso escogí ese nombre, elegí mi propio nombre. Yo soy fuego—, dice y sonríe.
Ignacio es un hombre alto, de piel morena y pelo corto ondulado. Habla español con un acento francés. Cuenta su historia mientras se come un helado que compró en el Parque Central de la Ciudad de Guatemala. Es domingo por la tarde, el calor es intenso. El helado se derrite, chorrea la banca, su mochila y su camisa. A Ignacio no parece importarle.
El año pasado estaba con un grupo de amigos discutiendo cuál podría ser su nuevo nombre, su tercer nombre. El primero fue el que el Estado de Guatemala anotó en una partida de nacimiento, dice. El segundo el que le dio la familia canadiense que lo adoptó cuando tenía 3 años. El tercero, Ignacio. Es el que escogió como parte del proceso para crear su propia identidad.
El 18 de febrero de 2020, Ignacio y el colectivo Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S), empapelaron paredes en la Ciudad de Guatemala con una fotografía de cuando era él era un bebé.
Sobre la imagen escribieron: “Estoy buscando a mi familia. Soy uno de los 5 mil niños y niñas desaparecidos por el Estado”.
En una entrevista realizada primero en una cafetería y luego un parque del centro de la Ciudad, Ignacio contó su historia a Nómada.
La historia de una granja y una vida dura en Montreal
—Durante el conflicto armado nació una mafia dedicada al tráfico de niños y niñas. El Estado falsificó todas nuestras identidades como apellido, fechas de nacimiento, pueblo donde nacimos. Tengo una fecha de nacimiento, tengo un nombre pero fue el Estado quien me lo dio. No es como que viene de una familia biológica—, relata.
Cuando tenía 3 años fue adoptado por una familia que viajó de Canadá a Guatemala. En ese momento él estaba en el Hogar Elisa Martínez. La historia que le contaron fue que unos samaritanos lo encontraron en una granja y lo llevaron a ese orfanato.
Eso ocurrió a principios de los 80, el período más sangriento del conflicto armado interno de Guatemala. Ignacio prefiere omitir las fechas exactas de su historia por seguridad.
La adopción no hizo que la vida fuera mejor para Ignacio. En medio de la guerra, los procesos de adopción se realizaron entre anomalías, al punto que se convirtió en un negocio lucrativo, como lo documentó esta investigación del periodista Sebastián Escalón, publicada en el sitio de Plaza Pública.
—Durante el conflicto en Guatemala era súper fácil adoptar a los niños y niñas. No había un proceso psicológico para ver a quién se adoptaba, solo el que ponía la plata, firmaba unos papeles. Llegaba al orfanato y elegía al niño o la niña que le encantaría tener y se iba—, relata Ignacio.
—Y, sabes, la adopción fue como en la lotería, solo que yo no he tenido suerte con la familia que me tocó, la que me adoptó. Mi papá casi no estaba en la casa y mi mamá tenía un problema mental. Yo llegué a su casa cuando tenía como 3 años y a los 5 nació mi hermano, que era como el hijo verdadero, el biológico, de mis padres adoptivos. Así empezó esa diferencia, esa injusticia, yo era uno que habían comprado y el otro era el hijo verdadero—, añade a su relato.
La niñez de Ignacio estuvo llena de violencia física y psicológica. También de soledad, racismo y discriminación.
—Fue difícil Montreal, donde la gente es muy conservadora, muy racista. Yo he vivido con mucho racismo y discriminación. Yo era el único moreno y todos eran como “¡Wow! De dónde viene este”. La familia hacía comentarios que luego, más tarde, cuando crecí y me politicé (adoptó un pensamiento político), vi que eran muy racistas—, recuerda.
A los 12 años, Ignacio denunció a sus padres en la Dirección de Protección Juvenil de Montreal, pero fue hasta los 15 que el gobierno de Canadá lo rescató de esa casa. Desde esa edad y hasta que cumplió 18 vivió con diferentes familias de acogida.
—Llegó un momento en mi vida, más o menos a los 16 o 18 años, cuando estás buscando tu identidad y te pasa todo eso y llegas a pensar ¿por qué nadie me quiere? ¿por qué me está pasando esto? ¿por qué no conozco a mi familia biológica? ¿por qué la familia que me adoptó fue muy mala? ¿por qué me tengo que ir a otra familia de acogida?—, cuenta.
Cuando cumplió 18 años se retiró del sistema de protección, se sintió libre por primera vez y decidió viajar y recorrer el país. Trabajó en un hostal, trabajó de cocinero y en un campo recogiendo frutas.
Trabajó y empezó a ahorrar para conocer Guatemala.
La primera vez que visitó el país donde nació fue en 2005. Hizo el recorrido turístico habitual: Antigua, el Lago de Atitlán y Tikal. En cada lugar veía a la señoras en la calle vendiendo ropa, piña, caminando, hablando y se preguntaba: “¿será ella mi mamá? o ¿ella será mi abuela, o mi hermana?”.
Ignacio conoció el país y quince años más tarde inició un proceso más intenso para buscarle una respuesta a sus preguntas.
“Where are you from?”
Una quinta parte (el 20%, 40,000) de las 200,000 víctimas del conflicto armado interno en Guatemala fueron niños y niñas, según el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH). De ese dato, unos 5,000 niños y niñas siguen desaparecidos.
“Aunque es probable que muchos de ellos (los niños que fueron arrebatados de sus familias en las masacres) estén muertos, también lo es que un buen número de niños desaparecidos puedan estar vivos, lejos de sus familias verdaderas y desconocedores de la realidad que los llevó a donde se encuentran en la actualidad”, dice el informe sobre Niñez desaparecida en Guatemala como parte de la estrategia de la guerra, elaborado por la Secretaría de la Paz en 2010.
Cuando Ignacio empezó a investigar, leer y documentarse sobre esa parte de la historia de Guatemala y de su vida, la que se relaciona con las pocas piezas que conoce de su propio origen, supo que el orfanato desde donde fue adoptado, el Hogar Elisa Martínez, estuvo vinculado a decenas de adopciones irregulares.
Se vio a sí mismo reflejado en los textos periodísticos que encontró sobre el tema y se dio cuenta de que no era el único con esa historia.
—Fuimos cuatro guatemaltecos los que llegamos al mismo tiempo a un apartamento de la provincia de Quebec y hace unos años encontré a otra guatemalteca de casualidad en un viaje. Ella también había llegado al mismo tiempo. Los cuatro venimos del mismo aparato (el orfanato Elisa Martínez) y tenemos casi el mismo abogado. Tenemos todos la misma historia, la de la niña que fue encontrada en la basura, la otra en la calle, el otro en una granja, que no saben quiénes son sus padres, que fueron llevados a un orfanato y luego tenemos una familia blanca que llegó a Guatemala a adoptarnos—, explica.
Hace unos años mientras recorría Canadá pidiendo aventones en la carretera, en un vehículo conoció a otras viajeras. Una de ellas le preguntó “Where are you from?”.
—A 4,500 kilómetros de la provincia donde crecí, conocí a mi amiga. Yo estaba viajando con un amigo por la Costa Pacífica de Canadá y una persona nos dio aventón. En el vehículo había dos personas más. Empezamos a platicar en la furgoneta. Una de las chicas me preguntó “Where are you from?". Le respondí que nací en Guatemala pero fui adoptado en Quebec. Ella me dijo “yo también nací en Guatemala y fui adoptada en Quebec”. Empezamos a hablar de todo eso y nos dimos cuenta de que venimos del mismo aparato estatal, al mismo tiempo, ella llegó en mayo y yo llegué en marzo. Por un segundo pensé que era mi hermana. Fue intenso. Fue un momento con muchas emociones. Lloramos. Para mí no fue una casualidad. Lo veo más como que la vida nos mandó ese momento para decirnos "oye, no eres el único con esa historia", hay muchos más—, comparte.
A partir de ese encuentro Ignacio comenzó a prepararse mentalmente para viajar a Guatemala y buscar a su familia. Ya lo está haciendo. La Fundación de Antropología Forense tomó muestras de su ADN, empapeló la ciudad con su foto y ha dado entrevistas a casi una decena de periodistas. También está en contacto con organizaciones de Guatemala que se dedican a hacer estas investigaciones y reunificar familias, como la Liga de Higiene Mental.
—Es doloroso cada día hablar de tu historia, ir a tu pasado, pero también es un peso menos porque he jugado mis mejores cartas. Es una mezcla de emociones. Hay rabia, tristeza, pero ahora estoy bien acompañado, tengo una psicóloga, tengo amigos de H.I.J.O.S. que me acompañan en este proceso. Creo que va a ser más difícil cuando vuelva a Canadá porque aquí en Guatemala hay más gente con la misma historia y cuando hablamos entienden lo que siento—, dice.
Ignacio está a pocos días de regresar a Canadá, pero planea volver. Quiere conectar con Guatemala, su país, con su cultura. Pero también quiere utilizar su historia para ayudar a otros. Desde que hizo pública su búsqueda ha recibido correos de personas de diferentes partes del mundo que le piden ayuda para encontrar a sus familias y no saben cómo empezar.
Mientras encuentra una respuesta, Ignacio, el hombre de fuego, sigue en la construcción de su propia identidad. Como no conoce la fecha exacta en la que nació, decidió que este año celebrará su cumpleaños el 1 de mayo, el día anticapitalista. Él es anarquista.
En su cuenta de facebook Ignacio publicó un texto el que habla de su búsqueda y ha sido compartido decenas de veces:
A COMPARTIR/ PARTAGER -Francais ci-basGuatemala, 18 de febrero de 2020HOLA A TODOS Y TODASMi nombre es Ignacio....
Geplaatst door Ignacio del Cielo op Dinsdag 18 februari 2020
“¿Dónde está mi madre? ¡Dónde está mi madre! ¿Dónde está el resto de mi familia? Es mejor que no le hayan hecho algo a ella, a mi familia. Todo este tiempo me he sentido solo en el mundo, deseo desenraizar mi origen para conocerlo, ese es mi propósito. Por eso seguiremos luchando hasta que yo y todos recuperemos lo que nos pertenece. Madre si lees esto, quiero que sepas que te abrazo a distancia, te amo sobre cualquier situación que hayas vivido”.
—¿Estás triste por lo que te ha pasado?—, le pregunta la periodista que escribe.
—Yo siempre he sido una persona muy feliz y sociable. No me considero una víctima, soy un guerrero, dice mientras da la última mordida a lo que queda del helado que se derritió mientras revivía su historia.
Rosa María Alejos /
Quiero contarte Ignacio que yo logré huir con mis 2 hijos...pero fue duro. Pero tengo 85 compañeros desaparecidos y asesinados en solo 1 año, que eran miembros de mi organización.
Si no encuentras a tu mamá debes saber que yo quiero ser tu mamá de Guatemala... y la abuelita de Guatemala cuando vengan los hijos. Tengo amor para darte y todas mis amigas y compañeras también. Recibe mi abrazo eterno ...y si quieres ven a mi casa... que allí tienes a tus familiares de Guatemala.
Ronaldo carias /
Que chingas vos IMORALES, ese ijueputa es rodrigo polo, vos quedaste desquiciado desde que cerraron los comentarios en elPeriodico, NO JODAS y tirale duro al m¡3rda de rodrigo polo, cuando sea Mendez-ruín te lo haré saber. hay que saber quien es quien
El Lobo Pedorro /
Cuál será la posibilidad numérica de encontrar a otra persona de iguales historias, tragedias y orígenes, en una carretera canadiense. A veces la vida hace una expiación de si misma.
Mi deseo para que pueda encontrar a su familia nuclear y hasta extendida o parientes.
Miriam /
No le conozco pero le mando un abrazo y mis mejores deseos para que pueda encontrar su familia y reconstruya su historia. Todavía duele saber los efectos que tuvo el conflicto armado para tantos niños que fueron separados de sus padres.
Ronaldo Carias /
Ya no hay palabras para este abyecto y asqueroso reptil, aunque por su peso sería un reptil deforme, algo como un cerdosaurio.
Chairo comunista son sus únicos "argumentos" porque es un verdadero idiota.
Te odiamos, detestamos y repudiamos rodrigo polo, el infierno es espera por traidor y cobarde.
Victor lopez /
A Ignacio todavía le fue bien...( no estoy minimizando, el hecho que fue separado de sus padres) pero a otros el ejercito , y agentes del estado los desaparecieron. Ese Donaldo alvarez Ruiz era malo , cuenta mi papá, que era el brazo derecho de Lucas. Por cierto anda escondido todavía... invito a nomada para que haga una investigación de quien era ese nefasto personaje , para refrescarnos un poco la memoria...