Los caravasares fungieron como albergues para los viajeros en el Lejano Oriente, que recorrían en caravanas largas distancias en busca de productos, ideas y experiencias para intercambiar.
Una colorida pizarra que se mira desde el pasillo nos tentó con su comida fusión entre recetas tradicionales orientales y guatemaltecas.
El lugar es acogedor y te hace sentir en casa. Nos sentamos y nos pasaron el menú. Teníamos opciones desde platillos como croissants y boquitas, hasta bagettes, pitas, platos fuertes y postres a precios muy cómodos entre Q10 y Q50.
Nos inclinamos por un pan pita con falafel. El platillo va acompañado de camote y yuca frita o ensalada. Pedimos uno cada una para compartir.
Mientras esperamos, nos dieron el té frío del día: Chirrepeco. Sin que pasara mucho tiempo, mientras platicábamos llegó el fresco que era té de jamaica frío. Y luego el platillo principal. Todo se veía y sabía fresco.
Rematamos con el postre: pedimos pastel de chocolate y baklava para compartir. Los dos estaban deliciosos.
Antes de irme pregunté si tenían un té para la gripe que pudiera llevarme, ya que como un gran porcentaje de la población caí enferma por los cambios de temperatura. Y sí tenían, el té más genial y efectivo para aliviar el malestar.
Pueden encontrar más información de este maravilloso albergue urbano en su página de Facebook.
Marco Miguel /
Milagro tenian baklava, cuando yo llegaba nunca tenian! El lugar es fantástico!