Los mitos que rompió el Paro Nacional 20S

Aquí, los 7 mitos que derrumbaron los ciudadanos al congregarse ayer en las plazas de todo el país, pero en especial en la de Ciudad de Guatemala. 

No eran 20 tuiteros, eran pacíficos y plurales

Ayer pasó algo increíble en Guatemala. Algo que no había pasado en dos años. La plaza central se volvió a llenar de ciudadanos indignados. Entre 100 mil y 125 mil guatemaltecos (según cálculos de la PDH) hicieron parecer que las esquinas de la plaza hubieran desaparecido.

“Guatemala necesita otra plaza, porque en esta ya no cabe nadie”, tuiteó Carlos Dada, periodista salvadoreño de El Faro. “Hay muchas más plazas en todo el país”, completó la abogada Renata Ávila. Y sí, habían muchas plazas llenas desde Xela hasta Cobán.

Caminando desde la USAC, desde el Obelisco o desde la Universidad Rafael Landívar, decenas de miles de manifestantes, de todas las edades, de las universidades, las organizaciones campesinas, de la sociedad civil, trabajadores, empresarios, ciudadanos, seguían llegando en nombre de la justicia. Con el zumbido constante de miles de vuvuzelas, los limites entre grupos se fueron desvaneciendo, transformándose en una multitud parecida a la primera que somató la mesa a los políticos corruptos en 2015.

La AEU recobró su brillo en la manifestación.

Parece que empezaron a quitarle las ganas de pelear al presidente Jimmy Morales y al monopolio televisivo, que ayer cambió de todo, y le callaron la boca al diputado jefe de FCN, Javier Hernández, que un día antes del paro se burló: “Por 20 tuiteros no vamos a sacrificar al Presidente”. Cayeron en la misma tentación que Manuel Baldizón y Otto Pérez, que indignaron a la ciudadanía y luego los llamaron “grupitos”.

Parece que no hay que hacer de menos al pueblo de Guatemala.

– Esta marcha es pacífica porque la violencia es a través de la pobreza, a través de la corrupción, dijo Lenina García, secretaria de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU), una de las organizaciones promotoras del Paro Nacional.

Junto a Justicia Ya, La Batucada del Pueblo, los estudiantes de las universidades Rafael Landívar, la Mariano Gálvez y la Del Valle, Guatemala volvió a manifestar con indignación y con alegría.

Por la tarde, pese a que el paro nacional llevaba más de seis horas de haber iniciado y que la lluvia dispersaba a los manifestantes, un hombre se bajó de su motocicleta sin nada más que un casco y una chumpa impermeable. Extendió una bandera bajo la lluvia y empezó a moverla de un lado a otro.

– Salí del trabajo y me vine a manifestar porque durante todo el día no hubo señales de violencia. Jimmy Morales quiere tapar el sol con un dedo, pero eso ya no es posible en Guatemala. La paz la vamos a alcanzar sin corrupción.

Durante el Paro Nacional fueron desplegados 1,400 agentes en los alrededores del Palacio, la Catedral y el Congreso. En el primer anillo de seguridad, el que estaba más cerca de los manifestantes, los policías no portaban armas de fuego; sí lo hicieron en el segundo anillo y tercer anillo, que desde la periferia del Parque Central vigilaba la protesta con agentes armados, autopatrullas y motocicletas. Pero en la última manifestación que monitoreó el saliente ministro de Gobernación Francisco Rivas, la PNC parecía más estar cuidando de los ciudadanos. Elaboraron el plan de acción con OACNUDH y la PDH y no hubo antimotines. La Cruz Roja instaló dos carpas en el lugar hasta las 7 de la noche y atendió a 174 personas por deshidratación, hipertensión, hipotensión e insolación. En ningún caso la atención derivó de un acto violento.

Alrededor del Palacio, jóvenes policías enfrentaban nerviosos el sentir de los manifestantes.

De hecho, en el único momento de tensión que estos periodistas pudieron registrar, cuando un integrante de la (corrupta) agrupación que había cooptado la AEU por 17 años llegó a insultar a los estudiantes que manifestaban, fueron agentes de la PNC los que le pidieron que se retirara.

Qué indigna los ciudadanos

– Es que eso del cambio de ley (la que intentó legalizar la corrupción) sí fue la gota que rebalsó el vaso, para todos, dice Julia, de 27 años.

– O los cheques que le dio el ejército a Jimmy (como sobresueldo ilegal de Q50 mil, para la defensa de su hijo, acusado por un caso de corrupción), añade Juan Carlos, de 23 años.

Julia continúa y dice que esa manifestación es para todos los guatemalteco y sus cuatro colegas mueven la cabeza en acuerdo. Pero todavía tienen miedo de perder sus puestos en el banco donde trabajan, por lo que prefieron no dar sus nombres completos.

Una parte de la élite todavía prefiere que se mantengan el presidente Jimmy Morales y el diputados a pesar del Pacto de Corruptos.

Los cinco están compartiendo una pequeña sombrilla para que no se mojen sus uniformes ni el rótulo que imprimieron en la oficina antes de salir.

– ¿Cómo es posible que uno que trabaja, paga sus impuestos, tiene que aguantar que un presidente o un diputado manipule las leyes como quiera, por interés propio?

Con esta ley, los políticos volvieron a unir a casi toda la sociedad. Desde grandes empresarios a título personal, como Emilio Méndez, Estuardo Porras, Karla de Mata o Álvaro Zepeda, o universidades como la Rafael Landívar, la Del Valle, la Mariano Gálvez y la Usac. O colegios como el Liceo Javier y el Liceo Guatemala. O colectivos como Justicia Ya. U organizaciones campesinas que estuvieron en 2015 como el Comité de Unidad Campesina (Cuc) e incluso la organización más radical (y con menos simpatías en la capital) como Codeca. O ciudadanos que venían de la Ciudad o de Quiché, Alta Verapaz, Zacapa y Petén. O el colectivo queer. O religiosos.

El 20 de septiembre de 2017 en la plaza de la Ciudad de Guatemala cupieron todos.

Entre los manifestantes está Delia López, de 61 años y su nieto Antonio de 16. Él estudia en un colegio privado en la zona 10, y su amigo, Jorge, en un colegio bilingüe en la zona 16.

Protestan contra Jimmy y los diputados por corruptos, porque los indigna la pobreza y la falta de acceso a educación. Los adolescentes creen que Jimmy va a renunciar. La abuela tiene sus dudas. “Él es solo un títere, hay que ver hasta dónde está dispuesto a llegar”.

Están de acuerdo que no podían dejar de manifestar ayer. Es un tema de conciencia. No poder solo quedarse en la casa mientras la corrupción siga impune en Guatemala.

Para Pedro López son las carreteras. Está terminando la adolescencia y está en la Plaza, pero no está manifestando. Normalmente vende hotdogs en la zona 7. Ayer el dueño del carrito lo mandó a la plaza porque iba a haber más venta. Por cada pan que vende a Q5, él gana Q1. En las diez hora que llevaba en la plaza a las 7 de la noche, habían venido 80 hotdogs. 60 más que un día normal. Está contento, pero admite que ni sabía porqué había tanta gente unida en la plaza, hasta que un cliente le contó que las personas estaban manifestando porque los políticos roban dinero. Lo primero que se le vino a la mente fue la mala condición de la carretera cuando hace un mes vino desde San Marcos a la capital para trabajar.

– Creo que podían hacer mejores carreteras. Deberían estar en la cárcel.

Cae la noche. En frente del palacio el grupo de manifestantes ya se hizo más pequeño. Pero no se cansan aunque tengan los zapatos empapados.

Bryan Sandoval y Felipe Monzón son estudiantes de ingeniería en la Usac y los dos participaron también en las manifestaciones en 2015. Están emocionados. El segundo lo resume así:

– No se ha logrado ningún cambio real desde 2015, pero Guatemala hoy está más unida, y eso es un logro súper importante. Aquí hay personas de todos los lugares, de todos los estratos sociales. Algo que antes de 2015 no se veía. Se discriminaba a la gente indígena o a la gente de un estrato muy alto. Pero aquí todos estamos unidos porque queremos una Guatemala mejor.

Gladys Olmstead y Jody García participaron en la cobertura para este artículo.