La primera idea es la relativa a la necesidad de entender la problemática del liderazgo en términos de una relación entre líderes y seguidores. Investigó sobre las cualidades necesarias para el ejercicio del liderazgo «positivo» en la sociedad y exploró el lado opuesto: el liderazgo negativo. Profundizando en casos famosos de liderazgo negativo se dio cuenta que es un error focalizar la explicación sólo en las condiciones y circunstancias del líder. Tan importante como el líder son los seguidores, de los que hay buenos y malos: no hay líderes sin seguidores.
Y seguidores somos, de una u otra manera, todos.
Los malos líderes se erigen porque tienen malos seguidores que los rodean. Malos seguidores son quienes apoyan -y fomentan- a líderes negativos. Pero también los hay por omisión: quienes identificando un liderazgo negativo al que no apoyan no hacen nada para contrarrestarlo. Quienes conscientes de la existencia de un liderazgo positivo no se involucran activamente en su apoyo. Buenos seguidores son quienes habiendo identificado un liderazgo positivo se involucran, lo apoyan, lo fortalecen.
La segunda idea es relativa a los cambios que esta relación de liderazgo sufre en atención al contexto donde tiene lugar. Analiza las transformaciones del liderazgo en la historia e identificó un progresivo balance entre la importancia relativa del líder y la de los seguidores. De manera creciente, los seguidores adoptan una actitud crítica que condiciona al líder, limitando sus espacios de decisión.
Las razones son muchas. En los cambios en el ámbito de las ideas políticas y en las formas de gobierno, y en la revolución digital que cambió las formas en las que nos relacionamos. Como resultado, algo que parece cada vez más evidente: la capacidad de un líder para imponer a sus seguidores su voluntad y sus ideas es cada vez más limitada.
Los seguidores construyen y destruyen liderazgos. Los seguidores asumen cada vez más un papel de liderazgo –difuso, colectivo, horizontal- mientras que los líderes se vuelven cada día más seguidores.
Estas categorías son relevantes para reflexionar sobre Guatemala. La frustración que genera el panorama electoral y sus implicaciones para el futuro del país, con una clase política patrimonialista y clientelar incapaz de ejercer una dirigencia responsable y honesta, induce a la parálisis.
El argumento del mal liderazgo político es la excusa perfecta para la inacción y el abandono -de hecho y de palabra- de lo público. Esperamos a que Dios, la fortuna o el destino (escoja usted) nos depare un buen liderazgo.
La mayoría nos refugiamos en nuestro entorno profesional y familiar desde donde rumiamos nuestra desesperanza y salvamos nuestra responsabilidad manifestando indignación por la situación y desprecio por los causantes.
Pero eso corresponde a una de las categorías de malos seguidores de Kellerman: los que no se involucran, los que no toman una vía activa para contrarrestar los liderazgos negativos, los que por pasividad conceden. Es más, al replegarnos de lo público terminamos por reafirmar un modelo social de liderazgo vertical que, por abandono, otorga un enorme poder de decisión a ese mal liderazgo político. En otras palabras, la calidad del liderazgo político que padecemos hoy es responsabilidad compartida de todos nosotros, esos seguidores omisos que hemos renunciado a la responsabilidad de asumir nuestra responsabilidad pública.
¿Dónde está el liderazgo positivo en la sociedad guatemalteca? Hay que encontrarlo y fomentarlo. Si no existe, habrá que construirlo. En nuestros propios términos. ¿Quiénes? Quienes nos damos cuenta de que no es posible continuar asistiendo de brazos cruzados al malbaratamiento del futuro del país. Los que creemos que esta sociedad se merece un mejor futuro, y que puede construirlo. Si no nos gusta el liderazgo que tenemos, tendremos que construir el que queremos. ¿Quiénes? Esos que Kellerman ha llamado «los buenos seguidores». Aquellos que al asumir la co-responsabilidad que nos corresponde en el manejo del presente y la construcción del futuro, nos convertiremos en líderes y transformaremos el liderazgo político en un ejercicio de autoridad horizontal y equitativo, haciendo que esa distinción vertical y obsoleta ente líderes y seguidores se difumine y se funda. Hablaremos, entonces, de ciudadanía.
Posdata. Si usted quiere volverse un experto en Kellerman, acá su blog, acá un video en inglés sobre los «seguidores» y acá otro sobre el mal liderazgo. Además, un texto sobre las transformaciones en el ejercicio del liderazgo en el siglo XXI del Brookings Institute de Nueva York.
Cony Flores /
Un buen lider sabe separar el ruido y los alardes, de lo que es realmente importante.
Él es un buen oyente, sabe que la comunicación no es sólo hablar, sino también tener la capacidad y sabiduría de escuchar y comprender lo que dice la gente.
Me atrevo a decir, que en Guatemala ya no tenemos líderes. En primer lugar, porque lamentablemente, ya no hay calidad profesional, consciencia social, moral política ni patriotismo.
Soldados rasos, han escalado por sobre los muertos, hasta llegar a los cargos mas importantes del gobierno, pasando por encima de valores y principios morales. Hombres y mujeres manoseando nuestra soberanía, nuestro civismo y profanando nuestro altar patrio. Convirtiendo al estado, en una trinchera.
En segundo lugar: Desde que muchos guatemaltecos han conseguido trabajar en otros países, se han multiplicado las remesas, inyectando a la vez, la comodidad de lo regalado y el mal hábito que ya se hizo costumbre, de solo extender la mano para recibir dinero fácil, sin producir.
Hoy, hasta los mareros pueden aspirar a ser presidentes, todo lo maneja el narcotráfico y las fuerzas armadas.
Por lo que se confunde el concepto de líder, por militar o marero. Es igual, lo sigue su misma prole.
Muchos guatemaltecos, fuera de nuestras fronteras, vemos con profundo pesar, lo bajo que ha caído el gobierno. La vergüenza que causa su poca o casi nula educación, sin el mínimo sentido de responsabilidad, civismo, patriotismo y respeto.
Se ha retrocedido y anclado a la era del canibalismo, a la época precolombina. Somos un país sin leyes, gobernados por cangrejos.
El pueblo tiene pestes sociales. El estado tiene cáncer de corrupción.
Marvin Ramirez /
Liderazgo, un término del que se habla en todos los ámbitos de la sociedad. Tema bastante bien desarrollado en sus inicios por Max Weber quien los categoriza según sus características. Aun no he leído nada de Kellerman, me lo dejo de tarea. Comentando directamente el presente artículo, desde mi parecer no existen liderazgos, existen manipuladores y sus seguidores los catalogaría en lo que Ortega y Gasset denominaría "el hombre masa". Nuestra sociedad la han construido para tal fin, porque no nos enseñan a pensar, nos dicen qué pensar, para dejarnos llevar por la superficialidad; esa es una de las razones fundamentales que han dado como resultado estas actitudes casi generalizadas. La decepción llega cuando vemos ese gran aparato al cual se debe enfrentar para empezarlo a debilitar de sus bases, que no digo que no se haga, el punto es que se hace desde el menor porcentaje. Se vislumbra un panorama político lleno de falacias demagógicas con resultados hasta ahora similares, el cambio está lejos aun hasta el surgimiento de esos líderes añorados.
José /
Muy interesante el artículo, todos nos volvemos cómplices de la mala gestión legislativa cuando no actuamos. Quería hacer notar que el vínculo para el texto de Brookings muestra un error cuando se le da un 'click'.
Gracias Sandra por el link al texto del Brookings y también a José por hacernos notar que estaba mal. Hemos corregido el enlace. Saludos!