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Hablar de ciencia no es fácil, pero es necesario

Se sabe que comunicar ciencia es difícil, pero también que se tienen las herramientas para hacerlo. Lo importante es comunicar información sin cambiar su naturaleza, porque en el momento en que la información científica es alterada, el conocimiento también lo será.

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Esta es una opinión

Imagen: Ensia

La gran mayoría de los avances científicos y tecnológicos a través de los años han sido el resultado de investigaciones y experimentación intensiva por parte de un pequeño grupo de la población mundial. El “Reporte Científico”, realizado por la UNESCO y publicado cada cinco años, indicó en su última versión que tan solo el 0.1% de la población mundial consistía en investigadores científicos. Estamos hablando de un porcentaje muy bajo de personas que tienen la de tarea comunicar y distribuir, de alguna forma u otra, los resultados de su trabajo; y no solo explicar, sino también demostrar la importancia de estos para beneficio público.

Si ya de por si es bastante difícil facilitar la comunicación entre científicos y expertos en temas de importancia mundial, imagínense el comunicar estos temas a personas que tal vez nunca han tenido ningún tipo de interacción con ellos. Entre científicos y profesionales, la distribución de revistas científicas (journals), conferencias, seminarios, etc., facilita la comunicación de avances importantes en las diferentes ramas científicas. Sin embargo, ¿qué pasa cuando estos avances son comunicados al público? ¿cómo se hace para que la población en general no solo se entere, sino también comprenda las ventajas y/o desventajas de tales avances?

La comunicación científica difiere de la comunicación en general en el sentido que lo que se quiere es transmitir conocimiento, muchas veces complejo, a audiencias con poca o ninguna experiencia en los temas a tratar. Es importante aclarar que el objetivo principal de la comunicación científica es proveer, no importando quien sea la audiencia, la información científica crítica y más relevante que puede afectar o beneficiar a individuos y/o comunidades. La diferencia con comunicación en general es que comunicar ciencia significa comunicar los temas complicados, difíciles de entender y, para muchos, aburridos.

Muchas veces la tarea de explicar temas científicos importantes se complica por el poco interés de la población en saber de estos. Es casi imposible despertar la curiosidad de una persona hablándole de temas que no tienen relación directa con ellos. Por ejemplo, es difícil que una persona despierte interés en el medio ambiente si sus fuentes de agua parecen no estar contaminadas; es decir, “si no pasa en mi patio, entonces no me interesa”.

Una de la problemática aún más notoria en comunicación científica es el lenguaje tan especifico y complejo que se utiliza frecuentemente. Para un experto, en cualquiera que sea su campo de trabajo, debe ser claro que no a todos se les puede hablar de la misma manera. Esto no significa “bajarle el nivel” o, como he escuchado a algunos decir, “entontecer” las palabras para que otros entiendan. En cambio, se trata de acomodarse al conocimiento de a quien queremos comunicar algo, porque solo así se puede dar un entendimiento eficaz.

Yo, personalmente, nunca me he sentido ofendido con el típico “te lo explico con peras y manzanas”, porque si eso me va ayudar a comprender un tema que de otra forma sería complicado, entonces por favor traigan las peras y las manzanas. Lastimosamente, muchos profesionales tienden a modificar su lenguaje de forma compleja para parecer un poco más conocedores, hasta cierto punto, más inteligentes, pero ¿de qué sirven las palabras lujosas, si al final nadie va a entender lo que se habló? Como lo dijo el físico Albert Einstein: “Si no puedes explicarlo simple, entonces no lo entiendes lo suficientemente bien”.

Otro de los grandes desafíos que complica la comunicación científica en estos tiempos es el uso inadecuado de redes sociales, medios amarillistas, etc. Es de verdad increíble la cantidad de noticias falsas y sin fundamento a las que la población mundial está expuesta. Lo chistoso de esto es que uno de los pilares de la ciencia es el tener un fundamento sólido sobre las conclusiones que resulten de estudios e investigaciones, pero al parecer muchos individuos ahora se dan a la tarea de cambiar los hechos, y así confundir a la población para beneficio propio.

Como resultado de estos problemas, el tema de la comunicación científica ha tenido un auge sin precedente en los últimos años, y muchos de los medios encargados de distribuir avances científicos han invertido muchos recursos en hacer más eficiente esta tarea. De hecho, existe una revista publicada por SAGE publishing llamada “Science Communication”, que tiene como objetivo la distribución de artículos que se enfocan en examinar y proponer nuevas formas para la diseminación de conocimiento científico. La famosa revista científica Nature, también ha puesto a disponibilidad artículos que ilustran aspectos para mejorar la forma en que resultados científicos pueden ser transferidos al público en general.

Como científicos, no nos queda más que seguir en la lucha por hacer llegar conocimiento a la población – al final de cuentas, el publicar y comunicar nuestro trabajo es una de las actividades más importantes para los que nos dedicamos a la ciencia. Como público en general, debemos olvidarnos de la apatía de saber de nuevos avances, y de lo que está pasando en el mundo. Despertemos nuestra curiosidad y las ganas de aprender.

Marco E. Franco
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Científico. Especializado en toxicología ambiental y molecular. Utilizando la ciencia para entender el daño que le hacemos al mundo. Afortunado por tener la curiosidad de un niño y motivado por las ganas de aprender. Fanático de pensamientos lógico-analíticos, y de experimentar en el laboratorio y la cocina.


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