— ¿Y estos quiénes son? ¿Tus amigos?—, preguntó Antonio Caba, un niño de 11 años.
— ¡Cállese mijo! Entre a la casa—, le respondió su papá.
Finalizaba el año 1979, unos 150 soldados llegaron por primera vez a la comunidad El Ilom, ubicada en el municipio de San Gaspar Chajul, Quiché, a 295 kilómetros de la Ciudad de Guatemala. Un grupo más reducido, de unos 30, caminó hasta la casa de Antonio Caba.
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Su papá los recibió con las pocas palabras que sabía en español, su idioma materno es el Ixil. Los soldados le pidieron comida. El hombre cortó caña de azúcar de las plantaciones alrededor de su vivienda y ellos, los militares, comieron mientras veían hacia todos lados, como controlando los caminos de la comunidad, las puertas de las casas, las entradas, las salidas, las montañas a su alrededor.
El niño entró a su casa e inquieto le hizo la misma pregunta a su mamá.
—¿Ellos quiénes son?
—¡Cállese! Porque esos son los que matan—, le respondió.
La noticia de las masacres en otras aldeas y comunidades indígenas había llegado a la aldea El Ilom. La muerte cada vez estaba más cerca. Las visitas de los militares que iniciaron en 1979 eran parte de la primera fase de una estrategia del ejército para recabar información de inteligencia e identificar a simpatizantes de la guerrilla y a quienes consideraban guerrilleros.
San Gaspar Chajul, Nebaj y San Juan Cotzal, la región donde está asentada la población indígena Ixil, fue catalogada por el ejército como una zona de apoyo a la guerrilla.
En esa época, Romeo Lucas García era el presidente de Guatemala y según las investigaciones en el caso contra Ríos Montt y el reciente proceso contra su hermano, Benedicto, se implementó la primera fase de la estrategia militar en contra del movimiento guerrillero: la de reconocimiento.
Relatos de decenas de vecinos de El Ilom y de 22 comunidades más, peritajes científicos y antropológicos, exhumaciones y planes militares desclasificados, llevaron a uno de los juzgados más importantes de Guatemala las preguntas que hizo hace cuarenta años el niño Antonio Caba, ¿quiénes eran ellos? y ¿qué hacían allí?
Un animal que devora personas y da miedo
Después de la visita de los militares, el padre de Antonio, Pedro Caba y otros hombres de la comunidad El Ilom se organizaron para ir a trabajar al campo en grupos, a escondidas, abriendo nuevos caminos entre las montañas para no toparse con el ejército.
Entre 1979 y 1981 los militares llegaban a las comunidades a “visitarlos”.
Esquivar las operaciones militares fue cada vez más difícil para la comunidad. La presencia de los soldados aumentó en 1981 cuando se instaló el primer destacamento militar de la zona, en una finca llamada La Perla, ubicada a 4 kilómetros de El Ilom.
—En ese tiempo solo pasaban, no nos molestaban—, declaró el testigo Pedro Caba, en el juicio contra Efraín Ríos Montt.
Las cosas cambiaron en enero de 1982.
—Cuando regresamos de trabajar toda la aldea estaba en silencio. No había ni una persona en la calle. Todas las puertas de las casas estaban cerradas. De repente con mi hermano vimos a lo lejos un sombrero que utilizan los ixiles tirado en el suelo, se veía nuevo. ‘Alguien dejó el sombrero perdido’, dijimos y nos fuimos corriendo para recogerlo. Cuando nos acercamos vimos que tenía manchas de sangre y nos detuvimos. ‘¡No lo toquen!’, dijo mi papá. Allí supimos que el ejército entró a la aldea y había matado gente—, relató a Nómada Antonio Caba, 37 años después, sentado en una cafetería en el centro de Nebaj.
Ese mismo día alrededor de 30 personas de la comunidad desaparecieron en manos del ejército.
Semanas después, los soldados regresaron de madrugada.
Una noche, mientras la familia de Antonio Caba dormía, se escucharon gritos cercanos de mujeres y niños. Esa fue la señal que activó su plan para sobrevivir. La familia corrió hacia un arroyo y se escondió entre los matorrales y piedras. Los gritos seguían y el padre de Antonio fue a escondidas a ver qué pasaba, quiénes eran. Antonio le rogó que se quedara hasta que lo perdió de vista. Después rogó porque no fuera capturado.
—Se fue por una zanja y de repente se subió a un árbol. Como la luna estaba brillando y no había nubes, todo se veía claro. Era el ejército. Cuando mi papá los vio, siguió por la zanja y regresó con nosotros una hora y media después.
Cuando regresó, Pedro Caba relató a su familia que vio a los militares amarrando y golpeando a sus vecinos. Ese día más de 30 personas fueron desaparecidas.
—Lo que pasaba en mi mente en ese momento era que un salvaje estaba en la comunidad. Como cuando escuchan a un animal que devora personas y te da miedo, solo piensas ‘ojalá no venga aquí’—, recordó Antonio.
Pero sí llegó.
Un mismo día en la ciudad y el campo
El 23 de marzo de 1982 un grupo de oficiales jóvenes lideró el golpe de Estado que llevó al poder a Efraín Ríos Montt. Mientras eso ocurría en la Ciudad de Guatemala, en la aldea El Ilom se ejecutaba la masacre más grande: soldados y patrulleros civiles cercaron al pueblo de madrugada para que nadie pudiera escapar.
Quemaron las casas y las cosechas y 96 personas fueron ejecutadas en frente de todo el pueblo. Obligaron a los sobrevivientes a sepultar a sus seres queridos en cuatro fosas comunes.
Lo que sucedió con la aldea El Ilom fue reconstruido con testimonios y documentos judiciales en el juzgado de Mayor Riesgo A, a cargo del juez Miguel Ángel Gálvez. Entre el 29 de octubre de 2019 y el 25 de noviembre del 2019, la fiscalía de Derechos Humanos del Ministerio Público dio detalles de las masacres ocurridas en 22 comunidades más; estas no solo tratan la muerte de cientos de personas, en el caso se describen violaciones sexuales a mujeres, torturas, desaparición forzada, desplazamiento forzado, destrucción y saqueo de casas, robo de ganado y herramientas de trabajo, y traslados compulsivos de niños de un lugar a otro.
[Leé: Genocidio: Los más crueles relatos de la guerra regresan a los tribunales, por Jody García]:
Uno de los argumentos de defensa de los sindicados fue que el 23 de marzo de 1982, cuando ocurrió la masacre en la aldea El Ilom, el golpe de Estado provocó un vacío de poder en el gobierno y que por lo tanto, los militares retirados no tienen responsabilidad.
La respuesta del Ministerio Público y la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHAG), entidad que representa a las víctimas, es que los funcionarios que dejaron su cargo ese día no anularon las órdenes emitidas antes del golpe militar y que fue bajo esas mismas instrucciones que se desarrollaron las operaciones militares que terminaron con la vida de decenas de personas y con el saqueo de comunidades en Quiché.
Benedicto Lucas García, Manuel Callejas y Callejas y César Noguera Argueta son señalados por el Ministerio Público por haber sido parte del ente de planificación del ejército que definió el tipo de operaciones contra la población Ixil.
En este caso contra Lucas García, Callejas y Callejas y Noguera, el Ministerio Público presentó al juez la teoría de que cuando fueron parte del gobierno de Romeo Lucas García (1 de julio de 1978 al 23 de marzo de 1982), el ejército reaccionó a una fase incipiente de penetración del movimiento guerrillero en la zona y los señaló de ser los responsables de continuar con la estrategia que pasó de visitar a las comunidades a implementar las acciones que terminaron en masacres.
Según el MP, Ríos Montt continuó con ese plan, con las matanzas, e inició la tercera fase del proyecto militar: el de consolidación, que corresponde a la ejecutar proyectos de infraestructura para dar la apariencia de desarrollo pero que en realidad se tradujo a la militarización de comunidades con las Patrullas de Autodefensa Civil, las Aldeas Modelo y el plan Fusiles y Frijoles.
Los ancianos que viajan para contar su historia
Este caso contará con la declaración de más de 200 testigos miembros de la comunidad Ixil, la mayoría son de avanzada edad. Muchos de ellos siguen viviendo en las mismas condiciones de pobreza que hace treinta años, en viviendas precarias, con escaso acceso a alimentos y tierras.
Después de las masacres, las comunidades vivieron con miedo, algunos en lugares alejados a sus hogares, otros escondidos entre las montañas. Fue hasta un año después de la firma de los Acuerdos de Paz (1996), que realizaron la primera reunión en la que pusieron en común el primero de sus objetivos: exhumar a sus seres queridos de las fosas comunes.
En el año 2000 crearon la Asociación Justicia y Reconciliación (AJR) que aglutinó a comunidades de cinco regiones de Guatemala para buscar justicia por las matanzas. Su primera denuncia legal fue contra el gobierno de Romeo Lucas García; la segunda, contra Efraín Ríos Montt.
Desde el 2008 la parte legal de AJR es representada por la ODHAG.
A principios de diciembre de 2019, el salón de eventos de la iglesia católica del municipio de Nebaj, Quiché, estaba llena. Alrededor de 150 hombres y mujeres, la mayoría de la tercera edad, estaban sentados en sillas plásticas colocadas en un piso lleno de pino. El ambiente era de esperanza. Ese día, la ODHAG les rindió un informe sobre los avances del caso contra Benedicto Lucas, Manuel Callejas y Callejas y César Noguera.
Antes de empezar la reunión los participantes armaron un altar maya con flores y velas. Un anciano encendió el fuego. Las brasas estaban tan calientes que tronaron, el aire caliente derritió las candelas. Las oraciones en idioma Ixil acompañaron la ceremonia.
—Tenemos que prepararnos para llegar a juicio a declarar en más o menos un año o un año y medio—, decían los abogados.
Después de escuchar a sus abogados, varias ancianas y ancianos se subieron a la tarima principal y tomaron el micrófono. Entre Ixil y español contaron sus historias. Todas como la de Antonio Caba y su familia pero en diferente aldea, diferente día, diferentes nombres de muertos y desaparecidos. El punto en común de todos fue decir muy alto en el micrófono que el pueblo Ixil resiste y quiere justicia.
Entre ellos estaba Manuel, un hombre que ha contado su historia decenas de veces y que no pierde la energía al relatar lo que sufrió y que asegura que lo volverá a contar una y otra vez. Tiene arrugas profundas, piel morena quemada por el sol, ojos grandes y una sonrisa blanca casi perfecta. Cuando el ejército llegó a su comunidad, en San Juan Cotzal, era un joven adulto. Los militares lo secuestraron y golpearon tan fuerte que perdió todos los dientes. Para demostrar que cuenta la verdad se saca la dentadura postiza con una mano y con la otra recrea cómo fueron los golpes. Aún sin dientes no deja de hablar.
—Me dijeron que había mentido, pero yo no tengo dos corazones, solo tengo uno y desde ese hablé—, dijo al ser entrevistado por Nómada.
Entre las ancianas que declararán si se abre un juicio, está Manuela, de la comunidad Xolcoay, en Chajul, Nebaj. En el terreno donde estaba asentada su comunidad había un mercado, una iglesia, un juzgado y hasta una cárcel. Ahora hay vegetación y milpas que la superan en estatura.
Manuela recuerda cuando el ejército arrasó con su aldea. Su hija fue una de las víctimas. Días después de la matanza, ella y otros quince miembros de la comunidad salieron de su escondite, árboles entre las montañas, para recoger los cadáveres de sus familiares y enterrarlos en un terreno donde ahora crecen pequeñas flores amarillas.
Nómada la acompañó en una pequeña caminata en el área. Ella se dirigió hasta la sombra de un árbol sin una característica especial entre otros árboles. Fue allí, dice, donde enterró a su hija. Se lamenta que la fosa no fuera lo suficientemente honda y que días después los perros escarbaron la tierra para desenterrarla y comerse sus restos.
Manuela participó, 28 años después, en las exhumaciones de los restos de las personas enterradas en una esquina de su comunidad. No le tuvo miedo a recoger los huesos, cuenta mientras sostiene una fotografía de ese momento entre sus manos, ahora con muchas más arrugas.
El 25 de noviembre pasado el juez Miguel Ángel Gálvez ligó a proceso a Benedicto Lucas García, Manuel Callejas y Callejas y César Noguera Argueta por genocidio y delitos en contra de los deberes de la humanidad. El caso ratifica lo que los fiscales y abogados de las víctimas probaron en el caso contra Efraín Ríos Montt y le da un sentido cronológico a la estrategia militar.
El próximo 25 de marzo el Ministerio Público deberá entregar las conclusiones de su investigación para el que juez Gálvez decida si hay elementos suficientes para que los tres militares retirados enfrenten juicio.
Antonio Caba, el niño que le tenía miedo a los militares, ahora es un adulto que se sienta en la primera fila de la sala de audiencias. Tres décadas después de esconderse en un arroyo preguntándose quiénes eran los que masacraban su aldea, ahora es el presidente de la asociación que representa a las víctimas de la región Ixil. Ahora ya sabe quiénes son.
[Leé: Yago Pico de Coaña: “La verdad y la justicia no se discuten, se prueban”, por Eswin Quiñónez]
OTONIEL TORRES /
Jajaja quieren seguir sacando dolares del estado, la fechas son falsas y que el ejército tenia en su mayoría indígena campesinos y la guerrilla igual, solo que estos eran manejados por lideres universitarios y de cuba que los enviaron morir con sus propios hermanos, nomada que falsa noticia investigue.
OTONIEL TORRES /
Jajaja quieren seguir sacando dolares del estado, la fechas son falsas y que el ejército tenia en su mayoría indígena campesinos y la guerrilla igual, solo que estos eran manejados por lideres universitarios y de cuba que los enviaron morir con sus propios hermanos nomada que falsa noticia
Walfre Garcia /
El 29 de diciembre se firmaron los acuerdos de paz en el Palacio Nacional. Se firmaron porque existía internamente en Guatemala grupos refugiados en poblados indígenas que se habían alzado en armas para tomar el poder por la fuerza. Estos combatientes vivían entre las aldeas indígenas y no usaban uniformes que los identificarán como subercibos. Me imagino que hubo abusos de parte de los dos grupos pero al leer todas estas historias hay un elemento que siempre hace falta. Nunca se menciona a la guerrilla. Nunca se ha mencionado que los líderes comunitarios hayan intentado expulsar a los guerrilleros de sus comunidades. Yo diría que mas parece que al no mencionarlos en sus historias parecieran que estaban encubriendo a los subercibos. En estos casos lo que se persigue no es justicia si no venganza y los dolaritos que se reciben del extranjero para promover estos juicios.
moises lopez /
Walfre sos idiota o te haces? Como unos pobres indigenas ivan a vencer a los cuques bien alimentados y entrenados por israelitas y argentinos? Le pondrias un uniforme a tu madre para que la violaran y la mutilaran para despues matarla? Logico que el glorioso pueblo indigena tenia mas huevos que los cuquitos de la escuela burrotecnica que terminaban vomitando cuando precenciaban las masacres a las que asistian. Pero a todo cuque le llega su sabado, ahunque sea cuando esten agonizando y se rajen al pensar que estaran solos cuando rindan cuentas al creador. En tropa eran todos unos Tarzanes sea las PACs o la milicia adoctrinada por esos perros bastardos vende patrias.
Tambien la guerrilla la envarro porque se aprovecharon de la juventud ingenua que dio su vida por un sistema que nunca funciono y nunca funcionara, cuanto intelecto desperdiciado por buscar una salida al hambre y abuso de los ricos podridos que expotan al pueblo y los guardan en la ignorancia bajo reglas racistas y machistas.
Podriamos comparar nuestra patria a Colette de los miserables que espera quien la venga a salvar de la pesadilla en la que vivien con su madre que termina suicidandose.
Lo unico triste es de que Jean Vargean no vendra nunca a rescatar a el pueblo chapin que ha sido vejado durante toda su historia.
Bueno quizas no hayas entendido nada de esta metafora por que sos un chafa-burro-prepotente, suerte que la vida es corta para pasarsela negando algo que hasta afuera del pais todo el mundo sabe.
Saludos y abrazos a todos los paracitos militares, Bye!
Salvador Chojolán /
Me parece un tanto ilógico que Antonio Caba ahora de 37 años....si es así.... nació justamente en 1983. Cómo se puede crear que era un niño?..... De días o meces de nacido.
Soy asiduo lector de nómada ... pero, aquí si muy, pero muy jalando. Si fuera fiscal del ministerio público...o juez...no daría crédito a lo visto por un niño de días o meses..... nómada es un medio serio....pero ahora, como que algo....no es asi. Atentamente.
Jorge Colindres /
Ni porque son tus paisanos indigenas los masacrados.
Vos si que esa tu paja, yo lector de Nomada, Nomada ser serio, bla, bla, bla, netcentero sos muerto de hambre.
Ronaldo Carias /
Ya mandaste a CUATRO de tus zombies a darte "LIKE", que tipo mas pura m¡3rda sos, lo pagarás caro y donde mas te duela por cobarde y traicionar a la patria, recorda siempre que cuando te empiecen a salir mal las cosas no digas, porque a mi, mejor pensá en la traición que has cometido en el pueblo de Guatemala.
Ronaldo Carías /
Vos asqueroso reptil, cada día estas mas enfermo defendiendo corruptos, criminales, genocidas, pero que te pasa soquete, tanta necesidad tenes para tener trabajo pura m¡3rda!
Lo peor de todo es que ya dos cuques mal paridos te dieron like, aunque siempre en tus "comentarios" sacas mas votos en contra.
Que vergüenza de tipo sos, como haces para aguantarte, ojala que tengas una terrible muerte mal parido.
Victor lopez /
También falta OPM, conocido en el inframundo como comandante Tito , actualmente preso por corrupto... talves no hubo genocidio , hubo exterminio...
moises lopez /
Rodrigo lastima que tu y tu madre no estaban en esas aldeas para vivir esas pesadillas.........en fin no hay peor burro que el que no escucha la historia y encima se felicita.
Un dia enfrentaras al creador y vaya si te explicara algunas cosas, sos valiente en el anonimato, si tan siquiera pusieras tu foto yo te mandaria la mia, seguro te graduastes de la escuela burrotecnica, nunca aprenderan que la unidad mas pequena de inteligencia es la "mili-tar".........:-)
Abrazos a todos los chafas dicefalos y recentidos.
Celso Hernández /
Felicitaciones por excelente presentación de los tristes años de las matanzas como muchos le llaman... Es una vergüenza que haya militares y criminales que andan queriendo tapar el sol con un dedo... Un ejército colonial conformado por muchos jóvenes mayas y oficiales occidentales, mestizos, blancos, que mandaban a estos casi adolescentes a asesinar a sus propios connacionales, a gente de sus propios pueblos... Y que hoy pretenden desprestigiar las posiciones de quienes exigen que se reconozca que sí hubo genocidio, que se castigue a los criminales que dirigieron esa carnicería contra nuestro pueblo. Lo peor de todo esto es ver como tanto joven indígena regresa a la institución que se sirvió de ellos para convertirlos en criminales... Como meten en la cabeza de esos jóvenes que los guatemaltecos civiles como sus enemigos y no se dignan ni siquiera dar los buenos días a sus connacionales cuando nos cruzan en la calle. No digamos de la oficialidad que debiera ser el ejemplo de todo esto... Espero no los veremos de nuevo asesinando guatemaltecos...