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‘Así debe ser el infierno’: juez en Texas, sobre centroamericanos detenidos en la era Trump

La periodista Debbie Nathan, del medio The Intercept, hizo un recorrido por los juzgados de migración en el Sur de Estados Unidos y constató la política de separación de hijos de padres migrantes ‘para disuadirlos de ingresar al país’.

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Una imagen del juicio en masa del 10 de mayo de 2018 en Brownsville, Texas.

Foto: The Intercept

Traducción, Pía Flores. 

El juez federal Ronald G. Morgan es un hombre de unos sesenta años, de piel rosa y una actitud fresca y amable –aunque últimamente ha cometido pequeños errores desconcertantes en la corte–. Lleva 8 años en la magistratura en Brownsville, una pequeña ciudad de Texas en la frontera entre México y Estados Unidos. El juez Morgan sabe perfectamente cómo operar una corte, pero durante una sesión matutina a la que fui a principios de mayo declaró que acababa de ocuparse de 35 acusados –todos al mismo tiempo– cuando el número realmente fue 40. Después de los procesos judiciales se le olvidó declarar su culpabilidad. Agentes de la policía ya los había acompañado afuera de la sala, entonces el juez Morgan tuvo que pedir que regresaran para corregir su error. En estos días parece distraído y afligido.

Es comprensible. A finales de abril la corte de magistrados en Brownsville de repente se convirtió en fábricas de “cero tolerancia” para criminalizar a migrantes, muchos de ellos sin antecedentes penales. Muchos son de países sanguinariamente violentos en Centroamérica y huyeron a los Estados Unidos para buscar asilo, a menudo llegan con niños. Solía ser raro procesar a migrantes que buscan asilo por delitos. Cuando se hacía, sus hijos quedaban con ellos en la detención, mientras perseguían sus demandas. O los ponía en libertad bajo supervisión, junto a sus hijos. El interés de los niños se consideraba primordial y esto incluía mantener unidas a las familias.

Pero ahora en las cortes federales, como la del juez Morgan, los padres de familia no sólo se encuentran procesados por el delito de “entrar ilegalmente al país”, el gobierno de Donald Trump también está separando familias y enviando niños a centros de detención, muchas veces a cientos de kilómetros de distancia de sus mamás y papás, o a hogares de acogida distantes.

El tema se torna cada vez más espantoso.

Estas separaciones de familias habían ocurrido de forma intermitente desde otoño pasado, como habían sido intermitentes los juicios en masa desde que se introdujo la “Operation Streamline” (para agilizar deportaciones) por primera vez en 2005. Pero el 7 de mayo, el Fiscal General Jeff Sessions anunció que el gobierno de Estados Unidos procesará al “100 por ciento de los cruces de frontera ilegales en el sudoeste”. Añadió que las personas que estaban “traficando un niño” serán procesados “y este niño será separado de esas personas como se requiere según la ley”. Es decir que incluso papás huyendo de la violencia y la pobreza para proteger a sus niños pequeños serán considerados como traficantes, como delincuentes. El anuncio del fiscal Sessions viene dos semanas después de que un oficial del Departamento de Salud y Servicios Humanos reconoció en el Congreso estadounidense que su institución había perdido el rastro de 1,475 niños migrantes no acompañados que habían reubicado.

La angustia que padres de familia expresaron en la corte de Morgan, el espectáculo de la condena y sentencia en masa de docenas de migrantes, en juicios que duran apenas unos minutos con la representación legal más indiferente, ha escandalizado a los trabajadores de la corte. No solamente en Brownsville. Es terminantemente prohibido sacar fotos de juicios en cortes federales. Pero en la corte federal en Pecos, Texas, alguien por lo visto se sintió tan mal con las nuevas políticas que sacó una foto en secreto (The Intercept la consiguió y la publicó en la parte superior de esta página) de docenas de migrantes desbordando una corte en monos anaranjados.

Pero la mayoría de norteamericanos no atienden a estas cortes. Viven lejos de la frontera y el nuevo plan de “cero tolerancia” del fiscal Sessions parece distante y teórico. Sin embargo, en la mera frontera la nueva política de siente de cerca y horriblemente real. La política de Sessions de separar familias deliberadamente es un nuevo bajo en la política de frontera estadounidense. Hoy la “cero tolerancia” se ejerce desde Texas hasta California.

Aquí, una transcripción del audio de The Intercept de un juicio en masa el 10 de mayo de 2018. El juez se dirige a los migrantes centroamericanos, que tienen traductores y en ocasiones responden en masa y otras, de manera personal.

– ¿Están satisfechos con la ayuda de su abogado?
– Sí, gritaron de regreso los 40.

– ¿Alguien les ha ofrecido algo o amenazado?
– No, gritaron los 40.

Después individualizó las preguntas.

– Señora Hernández López, ¿quisiera decir algo antes de su sentencia?
– Sí, ¿mi niña se va a ir conmigo cuando me deporten a mí?
– (Interviene el defensor público) Su señoría, ella y el hombre a su alrededor estaban con sus hijos porque buscaban asilo y fueron separados. No han podido saber hasta ahora dónde están sus hijos.

– (Juez) Entiendo que, la forma en la que debería funcionar es que como usted es de un país que no es México, va a ser enviada a un campo de inmigración. Ahí supuestamente va a ser reunida con su hija. Ahí van a ser enviadas de vuelta. Es lo que me han explicado. ¿Algo adicional que le gustaría decir antes de su sentencia?
– No.

– Señor Hernández Rodríguez, ¿quisiera decir algo antes de su sentencia?
– Sí, también sobre mi hijo. Aquí me lo separaron.

– Como le conté a la señora Hernández López, como usted es de un país que no es México, va a ser enviado a un campo de inmigración. Ahí supuestamente va a ser reunido con su hijo. Ahí van a ser enviadas de vuelta. Es lo que me han explicado. ¿Cuántos años tiene su hijo?
– 6 años. Me preocupa bastante porque me duele saber que lo van a dejar aquí y a mí me van a deportar.

– Supuestamente van a ser reunidos antes de que lo deporten. La teoría es que esto va a evitar que usted siga viniendo a este país. No sé, lo que entiendo es que ustedes deberían ser reunidos. ¿Algo más que le gustaría decir?
– No.

– Señora Díaz Castro, ¿algo que quisiera decir antes de su sentencia?
– El mismo caso que ellos, solo que todavía no me han separado a mi hija.

– Esperemos que no. Usted y su hija deberían permanecer juntas. Entiendo que debería ser así. Fiscal, ¿así debería ser, verdad?
– (Fiscal) Eso es lo que he oído, su señoría.

– (Juez) Si no es así, hay gente que debe responder por esto. Pero lo que están haciendo, al separar a estos niños de sus papás... si ustedes pueden imaginar si hay un infierno, probablemente a esto es a lo que se parece.

Segundos después, pronunció la sentencia para los 40 migrantes. No irían a prisión ni pagarían una multa, sólo deportados. En 46 minutos de esa mañana, 32 personas fueron atrapadas, sentenciadas y despachadas en masa hacia los centros de detención de ICE. El juez abandonó la audiencia y los migrantes encadenados salieron también de la sala, sin sus hijos.

Aquí, el artículo completo y los audios.

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