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Celebrar a mis amigas es celebrar la vida

31M: Día Internacional de la Visibilidad Trans

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Suele ser el caso que agradecemos a las generaciones que nos antecedieron por habernos servido de ejemplo, por habernos servido de inspiración, por haber comenzado procesos de cambio social que, si bien siguen inconclusos, están ya en marcha. Tenemos así figuras heroicas que en ocasiones incluso romantizamos como si su vida, su historia y su lucha hubieran sido más contundentes, más asertivas, menos vacilantes, más justas. Son una suerte de brújula moral que nos recuerda el sentido de vivir, un vivir compartido, que demanda también una justicia para todxs.

Heroicidades así pueblan sin duda mi memoria. Pero dentro de todas las heroicidades encarnadas que moran mis recuerdos hay un conjunto no menor que está integrado por personas trans menores –en algunos casos mucho menores– que yo. Esto es así ya que en mi muy particular circunstancia no fueron las heroínas trans del pasado las que me dieron fuerza para atreverme a transitar sino una chiquillada trans que se atreve cada día a vivir su vida con sonrisas, luchas, afectos, dignidades y abrazos. Ver a esos cuerpxs (más) jóvenes atreviéndose a vivirse sin arredro me dio a mí misma la fuerza de seguir su ejemplo.

Comento lo anterior por una razón muy concreta. Este sábado 31 de marzo celebramos el Día Internacional de la Visibilidad Trans. Como casi todas las fechas que tienen que ver con las personas trans, ésta es también de reciente creación y comenzó apenas en 2009 impulsada por Rachel Crandall, activista trans de Michigan, Estados Unidos. Para Crandall, era necesario una fecha que celebrase la vida de quienes formamos parte de la comunidad trans ya que, hasta entonces, la conmemoración más importante era el día 20 de Noviembre, Día Internacional de la Remembranza Trans, y fecha en la cual se conmemoran las muertes de todas aquellas personas que han fallecido a causa de la transfobia u otras dinámicas de exclusión y violencia.

En este año en particular el tema elegido ha sido “sobreviviendo, prosperando” –surviving, thriving– con el hashtag asociado #TransThriving. Por tal motivo lo que quisiera hacer con este texto es agradecer y celebrar a todas aquellas personas trans que de una u otra forma me han dado fuerza –y me siguen dando fuerza– en el día a día; agradecer así a esa chiquillada trans por su vida, por su lucha, por su presencia.

Comienzo evocando quizás a cuatro figuras que cimbraron en algún momento mis cavilaciones, miedos y prudencias. Jessica, Lía, Emma e Ikbal, miles de gracias. A Jessica, colaboradora aquí en Volcánica sólo me queda decirle que toda ella es un referente de lucha, de coherencia y de fuerza; nadie como tú en la lucha transfeminista. Lía, novia, sirena, nereida, performancera memoriosa e infatigable amante de la esperanza, no olvidaré nunca el día en que Facebook me hizo saber que tú existías y que te estabas pariendo a ti misma; gracias por la fuerza ejemplar que destilas. Emma, jota y marica como nadie, subversiva y amorosa, analquista, veggie y siempre estruendosa con tu actuar. Ikbal, bióloga maravillosa, no binaria por excelencia, post-dualista como nadie. A ellas cuatro, gracias. Gracias eternas pues sus cuerpas, felices y combatientes, fueron la gran inspiración para atreverme a ser. Hoy celebro y comparto su vida, su lucha, su presencia.

Dicho esto, quiero mencionar a algunas personas más que se han cruzado en mi camino. Gracias a Luisa Almaguer por su voz que me ayudó a reconciliarme con la mía; cuando tú cantas, con esa voz grave y a veces melancólica, rompes la condena al silencio, a la vergüenza, que puede invadir al acto mismo de hablar cuando una es una mujer trans. Gracias a Alda, Ari y la Bruja de Texcoco por mostrar la musicalidad de la cuerpa trans. Quien no lo sepa puede aprender de ustedes que las mujeres trans estamos en las calles y en los conciertos, en los escenarios, en los palenques, en los bares y, también, en las aulas, los museos y las bibliotecas. Estamos y estaremos en todos lados.

Y gracias también a Sabina, por ñoña, por geek, por adicta a la fantasía y la ficción, por activista, por karateca –sí, sé que no haces karate pero te queda el mote– y promotora de la auto-defensa, por ruda y a la vez infinitamente hermosa. Tu ejemplo de fuerza, de lucha, de ñoñería y humor inspiran a atrevernos siempre a ser en plenitud, a rebasar toda invitación a colapsarnos en un lugar común, en un estereotipo. Verte es aprender a ser compleja para dejar atrás la unidimensionalidad.

No van a alcanzarme las líneas. Resulta imposible celebrar con justicia la riqueza de una vida así como resulta también imposible conmemorarla a cabalidad cuando ésta termina. Habría demasiado que decir pero las palabras escasean cuando se cae en la reminiscencia. Sea como fuere, hoy celebramos la vida de muchas, de muchos, de muchxs. De personas que han transitado con nosotrxs, que transitaron antes y abrieron espacios, que habrán de transitar y que con nuestro apoyo lo harán en mejores condiciones.

Desde luego, tengo que decir que en este sendero también me fui encontrando personas trans mayores que yo, fui aprendiendo de ellas como aprendí de las más jóvenes. Sigo aprendiendo de todas. Gracias a las jóvenes, a las no tan jóvenes y a las ya adultas. Gracias a Layla, a Natalia, a Dafne, a Chelina, a Kassandra, a Fernanda, a Rebeca y a Alexandra. Gracias a mi querida Marian y desde luego a la chiquilla por antonomasia que me regaña, me educa, me inspira y me da batalla: mi querida Leah, marxista, transfeminista y posona como nadie.

Gracias a los hermanos trans que han estado allí desde siempre. Ian, quizás más que ningún otro, grita y pelea y sonríe pícaramente. Adonai, serio pero comprometido y afectuoso. Dan, Thair, Nathan. Y a lxs no binarixs, a Morado, a Andras, a Azul, a Michele. Celebro la vida de todxs. De todxs he aprendido algo y soy infinitamente más dichosa porque ustedes están aquí.  

Si hoy le comparto al mundo esta dicha, esta deuda, esta gratitud, es porque hacernos visibles implica también tomar control acerca de los regímenes de visibilidad que nos rodean. No más ser vistos, ser vistas, ser vistxs, como monstruosos, como curiosidades, como cuerpxs nauseantes. Esa visibilidad del escándalo, la sorna y el oprobio no la queremos. Esa visibilidad nos mata, literalmente nos mata. La visibilidad que queremos, que no es la visibilidad invisible de quien se ha asimilado y ha dejado de luchar, es la visibilidad de una diferencia a la que no acompañe ni el miedo, ni la vergüenza, ni la necesidad de una furia constante para no caerse muerta.

Quizás una de las mejores formas de lograr esa visibilidad es por medio del testimonio del afecto, de la gratitud hacia lxs otrxs que nos humaniza a todxs. Este texto ha sido así un intento por rendir tributo a esos afectos y a lxs cuerpxs a ellos dirigidos; un tributo, una celebración de sus vidas, de sus presencias, de sus contundencias, de sus legados todavía en construcción. Visibilizar a las personas trans es no borrarnos, es no excluirnos, es no ignorarnos, es reconocernos en un acto de afecto que valora la profundidad de cada una de nuestras vidas.  

   

Siobhan Guerrero Mc Manus
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Siobhan Guerrero Mc Manus (CDMX, 1981) es una mujer trans, bióloga y filósofa, e investigadora en el CEIICH de la UNAM. Es amante de la literatura de ficción y eterna voguera en ciernes. Transfeminista por vocación y convicción.


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